Humor.

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24

― Dian, abre. Tenemos que hablar.

Miré la puerta de mi habitación mientras estaba recostada de lado en mi cama. Llevaba 30 minutos así.

― Dian, por favor abre la puerta. Quiero explicarte todo ―insistió la voz femenina.

Sentía como si mi corazón hubiera sido sustituido por pedazos de vidrios rotos, y cada que este palpitaba, los vidrios rasgaban mi piel de adentro hacia afuera.

― Dian, llevo treinta minutos aquí y no pienso irme.

A esto se referían cuando usaban la expresión “corazón roto”.

― Por favor, sólo quiero que me escuches…

Ya ni siquiera podía llorar. No tenía más lágrimas.

*

― ¿Estás… bien? ―preguntó una chica al pasar al lado de mí en la cafetería.

― ¿Estoy tan fea? ―pregunté un poco irritada.

― Oh, no, disculpa. Es sólo que tienes ese gran morete en tu hombro y…

― Sé perfectamente lo que tengo ―espeté duramente y me retiré de su lado.

¿Por qué la gente no podía sólo guardarse sus pensamientos?

Me senté en una mesa individual, una de las que se encontraban al fondo del salón y comencé a comer mi desayuno.

Pensé en cuánto extrañaba los desayunos que hacía mamá. Cuando mi papá traía el pan recién hecho y crujiente y ella le añadía un poco de queso para acompañarlo. Preparaba un poco de jugo de arándanos y a todo esto le sumábamos un ramillo de uvas que Elena solía cortar cuando iba a casa de los Foster.

El recuerdo feliz se tornó gris al recuerdo de Elena.

Aún si lográramos recuperar la Tierra algún día y los humanos volvieran al planeta, mi vida jamás sería lo mismo.

Mis padres jamás podrían volver a verme sin ver en mí a Elena. Jamás podríamos volver a desayunar los cuatro, compartiendo risas y momentos juntos.

Miré mi plato aún lleno y de repente sentí náuseas. Me encaminé al basurero y arrojé la comida ahí. Al levantar la mirada, noté a varios marcados mirando en mi dirección sin discreción.

Al dar la vuelta, visualicé a Dohran caminando hasta mí.

― Hola ―dije seria.

― ¿Qué rayos te pasó ahí? ―preguntó mirando mi hombro. Lo miré y después volví la vista a él.

― No tuve tiempo en todos estos días de pedirte disculpas por la pelea… No quería que eso pasara ―mencioné observando las heridas y moretones en su rostro, casi sanados.

― Dian, hablo enserio. ¿Qué le pasó a tu hombro? ―expiré mientras giraba los ojos.

― Yo… salí ayer por la noche.

― ¿¡Sola!?

― Claro que salí sola. ¿Con quién más iría? ―pregunté en desesperación.

― Estás demente. ¿Cómo se te ocurrió hacer eso? ¡Pudiste haber muerto!

― Sí, como sea ―dije alzando la voz para que él no siguiera. ―Necesitaba salir. Estaba ahogándome aquí.

― Vayamos a un lugar a hablar ―mencionó ahora un tanto intimidado por mi reacción.

― Como sea ―repliqué y comenzamos a andar.

Al llegar a mi habitación, me senté en mi cama.

Destiny. | fanfic. (libro ahora disponible en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora