35. Te he echado de menos.

Magsimula sa umpisa
                                    

Rapidamente deshice la maleta y colo qué algunas prendas con riesgo a arrugarse en el armario. Después me dí una necesaria ducha para espavilarme un poco antes del partido. Justo en el momento en el que me iba a meter bajo la tentadora cascada de agua caliente, la vibración de mi móvil me interrumpió. Coloqué ua toalla alrededor de mi cuerpo y busqué el teléfono. Cunado vi el nombre de Antoine sobre la pantalla unos pequeños nervios crecieron dentro de mí ya que se me da de pena mentir. Inspiro una bocanada de aire y me dispongo a contestar a la inoportuna llamada.

- ¿Si?

- ¿Qué tal petite? ¿te pillo en buen momento?

- Esto... si claro, estaba...- miro a mi alrededor y como me encuentro en el baño mis ojos se dirigen hacia el váter.- Estaba cagando.- suelto sin medir mis palabras, así que es mutua la carcajada que se nos escapa a ambos.

- Entonces creo que no te pillo en el momento apropiado, ¿te llamo luego?

- No, realmente no estoy cagando, últimamente estoy algo estreñida... Bueno, cambiemos de tema. ¿qué tal va todo por ahí? ¿estas nervioso por el partido?

- Pues la verdad es que sí, pero bueno... Me apena no tenerte aquí, porque sin tu presencia no te puedo asegurar la victoria del partido, intentaré acerlo lo mejor posible.

- No te preocupes, estoy segura de que mi apoyo te llegara desde el otro lado de la pantalla, y más aún cuando me ponga la camiseta. Desde madrid te mando mucha suerte, aunque sé que lo vas a hacer genial, cariño.

- Si supieras cuanto te echo de menos te asustarías petite, ahora mismo daría lo que seaa por un beso tuyo, o simplemente una caricia.- de me cayó el alma al suelo y por poco se me cae una lagrimita.

- Y yo también amor, peroo algo me dice que nos veremos dentro de poco. Te prometo que al siguiente partido voy seguro, espero que de aquí entonces haberme aprendido la Marsellesa.

- Contaré los días como un loco desquiciado. Bueno te dejo que tengo que ir a entrenar. Recuerda que en dos horas empieza el partido.

- Hablamos después de que me hayas dedicado dos goles y una victoria, te quiero Anto.

- Y yo a ti Elena.

Sintiendome la más mentirosa del mundo, pero también la más afortunada, colgué la llamada y por fi me apresuré a ducharme, lo menos que quiero en este momento es llegar tarde al partido y que todo salga mal.
Unas quince minutos después voy con una toalla rodeando mi cuerpo hasta la maleta y busco la ropa, que no puede ser otro que la camiseta de la equipación francesa con un siete a la espalda y el apellido de mi chico en letras mayúsculas. También me pocho unos pitillos negros. Arreglo mi pelo de mala forma con las manos y me aplico un poco de máascara de pestañas para avivar la mirada. Llamo al taxi y busco una chaqueta por si lugo refresca, meto en mi bolso la entrada del partido, cosa fundamental y algo de dinero.
Salgo de la cabaña y me dirijo hasta el parking donde ya estaba el coche esperándo.

Como era de esperar, la carretera estaba atestada de gente debido al partido y me puse un poco nerviosa pnsando en la idea de que no llegaba a tiempo, pero finalmente lo conseguí. Le pagué lo correspondiente al taxista y bajé del coche. Un pajarito me había dicho donde aparcaban los coches los futbolistas antes del partido, para vuestra información, ese pajarito se trata de Lucas Hernández. Con lo cual sé el sitio exacto en el que Antoine aparca su coche, Lucas tuvo la amabilidad de mandarme una tarjeta con la que los guardias me dejarían entrar seguro, y así fue, no tuve ningún problema.

El parking estaba atestado de coches de última gama y entre las plazasa encontré la número siete, la de Anto, y obviamente estaba vacía. Me escondí detrás de una columna y esperé. Hernández me ha informado de que Anto ha alquilado un 4x4 rojo e incluso me dió su matrícula para evitar confusiones, también me contó que el francés siempre suele llegar unos diez minutos antes del entrenamiento,, así que no tardará mucho. Para los que os preguntáis que cual es mi idea de sorpresa es: esperar a que salga del coche y saque de su maletero la bolsa que suele llevar, luego montarme en el asiento del copiloto, cuando oiga el ruido irá al coche a ver que es lo que ha pasado, entonces es cuando me vé y ¡sorpresa! Nos fundimos en un beso propio de Titanic y consigo que se le escapen un par de lagrimitas.

Amor Por Despiste Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon