NUEVE

9.9K 437 15
                                    

- Nate en multimedia -

Miré la hoja frente a mi y arrugué ligeramente la nariz al no estar conforme con ciertas líneas del dibujo. Las borré y volví a hacerlas, tratando de perfeccionarlas. No era la primera vez que retraba a alguien, pero al no tener a la persona frente a mi para servirme de guía se me complicaba un poco. De todas formas, no era algo imposible de hacer y solo tenia que usar un poco más la imaginación.

—Hola Becca, te estaba buscando —alcé la vista al escuchar la voz de Sara—. Solo quería recordarte que hoy no tenemos entrenamiento, pero a las 20:00 hay partido y hay que animar.

Entrar en el equipo de porristas nunca fue mi objetivo, pero una noche de borrachera llevó a una muy mala apuesta que desgraciadamente perdí y Alex se encargó de hacérmelo recordar durante toda mi estancia en la universidad. Él era el culpable de que yo formara parte del equipo y no faltaba a ningún partido solo para verme mover los pompones y animar a mi equipo.

Aunque debía admitir que no era tan malo como pensaba. Al final si acabó gustándome y por eso no renuncié, a pesar de que acababa hecha carne picada después de los entrenamientos.

—Si, cierto, se me había olvidado —respondí mientras ella se sentaba a mi lado—. Gracias por decírmelo, no se que haría sin ti.

Ella sonrió ampliamente.

—Estarías perdida, chica —contestó con diversión—. ¿Qué haces aquí sola en la cafetería? Pensé que te irías a casa, el profesor Harrison no vino.

—No me apetecía ir a casa, así que aproveché las horas libres para hacer algunas cosas.

Su vista pasó de mi al dibujo y lo miró por unos segundos.

—¿Quién es? —preguntó con curiosidad.

—Nadie importante —respondí, sintiendo una pequeña punzada en el estómago.

—Oh, entiendo —asintió conforme con mi respuesta—. Bueno, me tengo que ir, pero nos vemos mas tarde.

Me despedí y en cuanto se marchó recogí mis cosas. Seguía sin tener ganas de ir a casa, pero tarde o temprano tendría que volver y alargarlo más solo sería una estupidez sin sentido.

Caminé por el largo pasillo mientras miraba algunas notificaciones en el teléfono y al salir al exterior lo guardé en mi bolsillo. El día estaba soleado, pero corría una pequeña brisa fresca y agradecí por ello. Si había algo mas que odiara a parte de los ascensores era al sol y el calor que provocaba en ciertas épocas del año.

Miré hacia uno de los miles de bancos que había frente a la universidad y fruncí el ceño extrañada al darme cuenta que sentado en él había alguien que se me hacia bastante conocido. Me acerqué para verificar si la persona era quien yo creía.

—¿Qué haces aquí?

—Vine a recogerte —contestó con una sonrisa.

—¿Cómo sabias que saldría a esta ahora?

—No lo sabía.

—¿Ibas a esperar durante horas a que yo apareciera?

—Por ti, Kirby, voy hasta la luna.

Una sonrisa amenazó con asomarse en mis labios, pero la reprimí.

—Veo que estás mejor —miré su hombro.

Llevaba una camisa de tiras que dejaba a la vista su hombro y la herida que había sobre su piel. La zona ya no estaba cubierta por una venda, le habían retirado los puntos y se notaba que la herida estaba comenzando a cicatrizar.

Balas perdidas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora