2005. (Perrie, 12 años)
Perrie era una niña traviesa, extrovertida y muy parlanchina, era de las niñas que adoraba pasar tiempo junto a los ancianos, cortando y regando rosas o flores de los jardines, o con los niños, jugando al escondido o fútbol, pero lo que más amaba era dibujar, y lo que más amaba de la clase de dibujo, era su compañera de asiento.
Judie era una hermosa pelirroja con pecas, de ojos esmeraldas y mejillas regordetas, con unas dos trenzas que siempre adornaban su cara. Judie era divertida, era su compañera de bromas, más que todo eso, Judie era algo especial, algo que la hacia sonrojarse y sentir mariposas, algo que le gustaba pintar y admirar.
Pero un día algo cambio, de alguna forma la pelirroja se dio cuenta de cómo Perrie la observaba con otros ojos y sintió asco, desde entonces, nunca más se sentó junto a ella ni le hablaba, ninguna niña lo hacía.
Perrie no podía entender, por qué todos se alejaron y que tenía de malo sentirse tan lindo junto a alguien, porque eso sentía, seguridad. Que ninguna otra niña era más bonita que Judie y que no existía alguien más para compartir sus horas de juego.
Lamentable, la triste partida de su mejor amiga no fue todo, las cosas empezaron a empeorar, todas las que habían sido sus amigas ahora la molestaban, le jalaban el cabello, se burlaban, humillaban, era obvio que Perrie algo había hecho, pero no sabía qué.
Después de un tiempo, cuando creía que todos la habían olvidado, se regó una foto de un dibujo que la rubia hizo sobre Judie y ella, eran las dos, con una flor entre ambas. Era un simple dibujo que dijo muchas cosas.
Asistió a un psicólogo, terapias familiares, infinidades de cosas, pero todavía era el día que Perrie no lograba entenderlo, por qué es tan malo amar a alguien.
Todos amaron una vez, es como un derecho que todos tienen, menos ella. Y era inexplicable el como los demás sí podían ser felices, pero ella no.
Fue entonces que se dio cuenta de cuál era el problema, amaba una chica.
Aunque en verdad no terminaba de entender, qué tenia de malo, era diferente en cierta forma, porque era lo más normal ver un chico con una chica, pero, si sigue siendo el mismo amor, si sigue siendo las mismas emociones, ¿Qué tenía de malo?
—¿Cuál es la flor que más te gusta?—preguntó la mujer, meciéndose en su silla mientras trenzaba el cabello rubio de Perrie.
La pequeña observó todo el jardín, hasta detenerse en la flor más bonita, con los pétalos bañados en un color blanco y sus puntas de lila, la flor era grande entre todas, se veía feliz, alegre.
—El clavel—dijo sin dudar—. ¿Me la puedo llevar?
—¿Por qué?—preguntó la mayor de nuevo.
—Es la más bonita.
Era verdad, la flor era preciosa, era imponente y vivaz, sus colores la hacían ver dulce, delicada.
—Es verdad—admitió—. ¿No te haz dado cuenta que las peores cosas les pasa a las mejores personas? Tus ojitos me dicen que algo te pone triste, y yo te aseguro mi amor, que las demás flores también tienen derecho a ser amadas, incluso las más marchitas y tristes. Algún día esas flores tendrán un dueño que las riegue, las pode, les de amor, cariño, las ame tanto, y se volverán flores fuertes, hermosas y de las mejores entre el jardín, te aseguro que pronto llegará esa persona para ti, que te ame, te siembre, te de calor, agua y te abrigue.
La señora Figerman era de las ancianas más sensatas, de las más humildes y cariñosas, Perrie la quería casi como su abuela, la visitaba siempre y cada día ella le decía que su corazón tendría un refugio de amor tan grande como se lo merecía, y creyó en sus palabras, siempre.
No importaba si las personas creían que estaba mal, o si seguían haciéndole burla, si alguna vez llegaba a amar otra vez y ser correspondida, recordaba sus palabras.
Pero actualmente los recuerdos sobre Judie eran escasos, casi no podía recordar lo que fue por primera vez amar una chica, a pesar de que no recordará esa trágica etapa, nunca olvidaría la mejor parte de ella.
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PERDOOOON, aunque no lo merezco, lo sé, lo siento :(
Pueden matarme, me resigno
