veinticinco.

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"te quiero pero te llevaste la flor y me dejaste el florero
te quiero me dejaste la ceniza y te llevaste el cenicero
te quiero pero te llevaste marzo y te rendiste en febrero
primero te quiero igual"  

-Sin lágrimas por favor, Pauli- Paloma habló, soltando su cartera para darle un abrazo (el quinto en veinte minutos) a su amiga. 

La argentina se encontraba en el aeropuerto de Barajas. El mismo al que seis meses atrás había arribado con muchas expectativas y ansiedad.  Una de sus manos sostenía su pasaporte mientras que la otra seguía agarrada a la de Paulina. Julia moqueaba ligeramente, parada frente a ella.

-¿Sabes que puedes venir cuando quieras, no? Te estaremos esperando- dijo Julia, tomándola por los hombros para darle un abrazo.
-Lo sé, y si algún día andan por Buenos Aires, ya saben...- respondió Paloma. Intentaba mantenerse seria, si había algo que odiaba eran las despedidas vergonzosas y llenas de llanto.

Sin embargo, le costaba mucho soltarse. Luego de convivir tantos días, era inevitable desarrollar lazos. Las iba a extrañar, eso era seguro.

-Mi niña argentina- exclamó Paulina. Ambas volvieron a abrazarse, esta vez de manera más prolongada.

Una vez que se soltaron, se limpiaron las lágrimas y Paloma comenzó a caminar hacia la zona de embarque. 
-Las quiero mucho- les dijo mientras les tiraba un beso. Si no se iba ahí, no se iba a ir nunca más.

Las españolas saludaron con sus manos hasta que la muchacha pasó una de las tantas puertas y desapareció de su vista. Acatando los controles pertinentes, Paloma al fin llegó a la zona de embarque. Allí, eligió uno de los asientos y se sentó. Aún quedaban dos horas para subir al avión. 

El lugar era amplio pero estaba bastante vacío. A través de los vidrios, se podían ver los distintos aviones despegando con la noche de fondo. Paloma había elegido viajar a medianoche, para así llegar a Argentina por la mañana y hacer más sencillo el traslado a su casa.
Y sobre todo, había elegido el vuelo nocturno para poder dormir y evitar estar carcomiéndose la mente por 12 horas. Ya bastante había tenido aquella última semana turbulenta, necesitaba que su cabeza este en paz.

Tomó su celular y eligió un tema de su lista de música. Solo tenía un auricular puesto. Estiró las piernas y se recostó en el asiento. 
Por fin volvería a casa, pensaba mientras daba un suspiro y cerraba los ojos.

La decisión final no había sido nada fácil. Había pasado bastante tiempo frente al contrato, frente a su lista de pros y contras, frente al Instagram de las personas que había conocido. Y sin embargo, solo un elemento fue fundamental. 

Luego de que pasen varias canciones, el teléfono comenzó a vibrar, sacándola de toda tranquilidad. Se apuró a atender. Reconoció la voz al instante, solo una persona la llamaría por celular a esa hora de la noche.

-¿Palo?- habló el francés.
-Hola, Antoine- respondió ella, sentándose derecha en la silla-¿Cómo estás?- agregó. Su voz estaba calma. 
-Mal- le dijo, tajante- No quiero que te vayas- Paloma dejó escapar una risa melancólica. 
-No hay vuelta atrás- respondió.

Ella inclinó su espalda, apoyando sus codos sobre las piernas y colocando la cabeza sobre su mano. Sostuvo el celular con fuerza. 

-Es que no entiendo, el otro día estaba todo bien y ahora te vas. No entiendo, lo juro.- se explicó él con voz preocupada.

Paloma quería contestarle. Quería explicarle que le había dado mil vueltas al asunto, que había revisado todas las opciones mil veces. Que había intentado volver a creer en él, porque por más que lo negara, se había enamorado. Quería aclarar que en varias ocasiones, su mente y su corazón habían estado decididos a esperarlo, a intentarlo y a amarlo. 

paloma. || antoine griezmann ✔️Where stories live. Discover now