Unas ultimas palabras

19 2 0
                                    

Bajo las aguas del Atlántico se festejaba el final de la guerra. Varios centenares de personas comían, reían y bailaban al ritmo de la música que tocaban unos RKs en el centro del lugar. Otros RKs repartían canapés, bebidas tanto alcohólicas como no, y demás aperitivos.

En la zona central, cerca de los músicos había una barra, y justo enfrente algunas sillas y mesas desde donde disfrutar la melodía de los robots mientras se disfrutaba de una buena comida. Aquella melodía era animada y enérgica, incitaba al movimiento.

Charles prefería no bailar, ya no era aquel joven que disfrutaba de los guateques. Se mantenía alejado del centro, mirando a la gente y disfrutando de su copa de vino. La música era demasiado agitada para su gusto, pero consideraba que era la mejor forma de celebrar el final de aquella agonía.

Uno de sus diseños había sido decisivo para acabar la batalla. No fueron sus naves, ni tampoco los cazas o las armas personalizadas. La base espacial Orbit había acabado con toda la flota aliada y enemiga. Nunca se imaginó que uno de sus inventos se utilizaría para destruir otros tantas. Al final eran sus hijos. No pudo evitar recordar la historia de Caín y Abel.

Todo el plan de Susumu había funcionado. Los RKs habían perdido su flota y ya solo había que acabar con ellos. Le dolería desprenderse de ASAC. Había actuado como un auténtico científico, pero después de todo no era más que un niño, con todos los conocimientos de la humanidad en su memoria, pero un niño.

En aquellos momentos quería estar en Whitehorse con su familia, no allí, viendo como los poderos toman cocteles mientras fingen que les importó algo de aquello en algún momento. Tampoco quería ver la cara de aquellos soldados que lo habían perdido todo en aquellas eternas luchas. No comían, no bebían, no bailaban. Intentaban pasar desapercibidas, deseando que aquel compromiso social terminara para poder olvidar aquello.

Aquellos rostros mal disimulados lo arrollaban. Toda su vida estuvo consagrada a ayudar a aquellas personas. Era perfectamente consciente de que no siempre lo conseguía, y que una invención puede ayudar a las personas, pero no salvarles la vida siempre. Era el lado oscuro de su profesión, saber que no siempre se podría ayudar a todo el mundo.

— Charles —le asustó Susumu apareciendo detrás suyo.

— ¡Ay! Uff. Casi me matas.

— No lo creo. ¿Estás preparado? —aquella pregunta fue formulada firmemente y con total confianza en lo que conllevaba una respuesta afirmativa por parte de su amigo.

— Sí —pero la respuesta no fue tan firme. Charles dudaba ligeramente, seguía pensando en más alternativas. En aquellos meses no logró nada. El biólogo parecía tener todas las respuestas.

— Ellos ya lo saben. He hablado con ellos y aún aceptado.

— Los últimos cuatro de una especie entregándose a los brazos de la muerte. ¿No te preocupa que tengan algo preparado?

— No han podido preparar nada. Iría contra sus ideales.

— Tú mismo afirmas que los ideales son un ancla, Susumu.

— No son como yo.

— Haré lo que tengo que hacer. Luego volveré a Whitehorse con mi familia.

— Te dejaré disfrutar la jubilación. No tendrás porqué saber nada de mí.

Dylan se había apartado lejos de la música y la fiesta. Él no tenía nada que festejar.

Sentado en un banco miraba sus zapatos, pensativo. Las fiestas nunca le habían llamado la atención, ni los lugares con mucha gente. Aquel lugar era tranquilo. A penas se escuchaba la fiesta entre los árboles. Reparó en el sonido de un pájaro. Ya los había escuchado otras veces, pero le seguía sorprendiendo encontrar alguno en aquel lugar. Su canto era único, no podía asociarlo a ninguna de las aves que había ido conociendo tras años recorriendo montañas. Nunca había tenido la oportunidad de ver uno, ni tampoco preguntó por ellos.

— Sabía que estarías aquí —no había escuchado los pasos de se amiga.

En aquellos momentos quería estar solo, sin nada nada más que sus pensamientos. Ellie no era más que un estorbo. Dylan ni siquiera la miró, no dijo nada.

— Sé mejor que nadie como te sientes. —Se sentó en el banco—. Con el tiempo llegué a pensar que me acabaría acostumbrando a ver a la gente que quiero marcharse de mi lado. Me equivocaba —respiro profundamente antes de continuar—. Conozco y siento ese vacío, esa sensación de culpabilidad. También pienso en todo lo que podríamos haber hecho para que no pasara lo que ha pasado.

— Estaba sentado en este mismo banco cuando acepté la misión de rescatar a Adam. Pienso que al final solo canjeamos una muerte por otra.

— No pienses. ¿Qué es lo que sientes? —le colocó una mano en el hombro para hacer que le mirara a la cara.

— Miedo. Dolor. Me siento culpable y muy enfadado conmigo mismo. Siento que os he traicionado como amigo. La he cagado y ya no se puede arreglar. —Intentaba no llorar, pero su voz se entrecortaba cada nada por algún sollozo.

— No puedes dejar de sentir lo que sientes, pero tampoco te tortures con ello. Darle demasiadas vueltas solo te acabará consumiendo. Adam está tan mal como tú, y Chloe está destrozada. Aún le amaba. Aún así los dos están pasándoselo en grande en la pista de baile.

— Yo... —dudo.

— Sé que no te va eso de bailar —sonrió—, ni los sitios con mucha gente. Pero ¿y eso de comer algo? Un pincho nos sentará bien.

— Gracias —farfulló.

— Siempre estaré ahí —le abrazó a su amigo.

Después de un trailer to sin palabras llegaron a una mesa, donde pidieron un filete de búfalo acompañado de agua. Algo simple, pero muy nutritivo. La elección del plató fue de la joven, su amigo jamás había tenido la oportunidad de probar aquel manjar, y ella en sus viajes lo había podido degustar en numerosas ocasiones.

Poco después de incas el primer bocado la música se detuvo para dar paso a una melodía mucho más tranquila, acompañada de violines, un violonchelo e incluso un piano. RK13 subió al escenario y se colocó frente al micrófono.

— Muchas gracias a todos vosotros por todo lo que habéis hecho. Este conflicto era una lucha RK, pero sin vosotros no hubiese sido posible nada de esto. Os doy las gracias por creer y confiar en nosotros. Os doy las gracias por vuestro sacrificio. —Realizó una breve pausa para observar a la gente—. Sé que muchos de vosotros seguiréis soñando con esta realidad mucho después de este día. Solo os pido que recordéis por qué luchasteis. No lo hicisteis por vosotros, ni tampoco por vosotros. Pensasteis que había algo que solucionar. Os enfrentasteis a un titán, y vencisteis, vencimos. No olvidéis ¡jamás! el sacrificio que han realizado RKs y humanos por igual. —Sonrió a fes de decir lo siguiente—. Cuando emerjáis de las aguas a la superficie quiero que recordéis quienes erais y todo lo que os ha cambiado en los últimos años. Quiero que recordéis que ahora sois mejores. Habéis conocido los aspectos más oscuros de la vida, nada podrá con vosotros después de haberos enfrentado a un metamorfo. —Su tono volvió a tornarse muy serio—. Ya solo me queda despedirme. No nos olvidéis. Nunca lo hagáis. Nosotros, los RKs no lo haremos.

Hecatombe MetamorfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora