Submarino

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— ¡Adam! —gritó Jack sin poder contenerse iniciando una carrera hasta él.

— No, espera —le ordenó Ellie en un tono muy calmado.

Ignorando las palabras de su amiga se detuvo frente a su amigo. Le arrancó la manta y la tiro al suelo, comenzó a liberarle de sus agarres y por último le quitó los cables del electrocardiógrafo, este emitió un pitido al no detectar ningún latido. Jack se asustó, y sin querer, empujó la máquina provocando que ésta se precipitara contra el suelo con gran estruendo.

— Mierda —murmuró la chica. Estaban haciendo demasiado ruido, aunque las instalaciones estaban vacías—. ¿Estas bien? —le tendió la mano. Adam la rechazó, se sentó y se puso en pie. Tropezó y calló al suelo. Entonces la chica se percató que estaba desnudo para, posteriormente, restarle importancia.

Ellie le ayudó a levantarse y colocó su brazo sobre sus hombros para ayudarle a caminar.

— ¿Cuanto tiempo llevo aquí? —preguntó.

— Una semana.

— Chloe está...

— En coma.

— Quiero volver a casa Ellie, esto no está hecho para mí.

— Todos vamos a volver.

— Parecía que no iba a salir de aquí. Parece que la vida me ha dado la espalda. Parece que... —le hizo un gesto para que callara.

— Ya sabes lo que siempre digo —intervino Jack—. Si la vida te da la espalda, dale por culo.

— Ponte esto —Ellie cogió una vestimenta que le facilitaba un RK y se la dio a su amigo, quien parecía recuperar el equilibrio—. Te protegerá.

— Esto es un neopreno... —su amiga volvió a ayudarle a caminar.

— Mejor que eso... —señaló a su desnudez. Espero a que su amigo se vistiera, e hizo ademán de ayudarle con la cremallera—. Rápido. Salgamos de aquí.

Se acercaron a la puerta, cerrada y la abrieron. Cinco hombres armados los esperaban al otro lado. Metamorfos. Dos ágiles RKs se interpusieron en medio empujando al suelo a los tres, y el tercero cerró la puerta y rompió los controles de un puñetazo para que no se abriera.

Uno de los robots resultó averiado, el otro perdió la movilidad de las piernas. Al examinarlos Ellie se percató que utilizaban unas balas especializadas en la destrucción de RKs. Se alzó rápidamente y ayudó a Adam quien ya podía moverse con menos torpeza.

— Haz magia —le sugirió Jack mientras examinaba el rifle láser.

— No puedo. No tengo mis poderes —dijo con tristeza y la voz temblorosa.

— No los tienes... —repitió Ellie meditabunda—. ¡No podemos perder el tiempo! —cambio a voz de autoridad—. Toma mi pistola —se la tendió—. Tú —le indicó al RK que había cerrado la puerta—, coge a tu amigo y siéntalo contra la pared, así podrá cubrirnos mientras nos retiramos. Y dime, ¿cuanto queda para que llegue el segundo pelotón? —el robot la miró después de colocar a su amigo, pero no dijo nada.

Las puertas comenzaron a abrirse lentamente, se prepararon a disparar, pero el robot le agarró el brazo y lo descendió con cautela. Un autómata había abierto las puertas a la fuerza. El segundo pelotón había llegado. Habían sido los cinco minutos más largos de su vida.

Con un gesto les indicó que avanzarán por los pasillos. Tres robots iban por delante y otros tres cubrían sus espaldas. Media hora habían tardado en llegar hasta ahí, lo que implicaba que tendrían que recorrer unos tres kilómetros en aquel laberíntico lugar. Dudaba de sus posibilidades.

Hecatombe MetamorfaWhere stories live. Discover now