Todas las cartas sobre la mesa

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La suerte había interpretado un papel principal en aquella batalla. Neptuno salía de las catacumbas de la Atlántida caminó a lo que quedaba del alto mando. Se cruzó con humanos que le felicitaban por su gran labor defendiendo la ciudad, salvándoles la vida. Pero el no sentía una victoria. Sentía una demoledora derrota.

Para vencer tuvo que desplegar lo que los humanos considerarían como una "superarma". El precio a pagar por sus acciones pronto sería vigente, un precio que sospechaba alto. Quizá la era de los RKs ya había llegado a su fin. Quedaban seis, y dos de ellos les habían traicionado.

Todas las decisiones tomadas en los últimos millones de años les condujeron a ese momento. Derrotados sin acabar la guerra. Sí, con recursos para luchar, pero su utilización iniciaría una guerra nueva tras esta.

Cruzo las puertas y se adentró en el alto mando. Uno, el Profesor y Dieciocho lo esperaban. Ninguno de ellos había participado en aquella batalla. RK18 era un cobarde, el Profesor llevaba siglos sin combatir y Uno simplemente decidió mantenerse al margen, las batallas aéreas no eran de su agrado, mucho menos subacuáticas.

La habitación era oscura y pequeña. En el centro solamente se encontraba una mesa holográfica. Él hubiera preferido cualquier otra habitación de la Atlántida, pero aquella fue la que decidieron.

— Ya está. Hemos terminado —expresó nada más entrar en la habitación, mientras subía tres escalones.

— Nada termina mientras quedan hombres en pie —se impuso RK1.

— Estoy con Neptuno, esto ha acabado —opinó RK18—. Hemos perdido mucho tiempo defendiendo lo indefendible.

— De noche es cuando añoramos la luz —medito el Profesor—. Neptuno, es la hora de jugar la última carta y ganar la partida.

— Entonces necesitamos un foco —analizó Dieciocho.

— Siempre hemos tenido uno —rió RK1—. El faro que separa el mar de la costa.

— ¿Entonces que sugieres con eso?

— Plan de contingencia. —Neptuno pulso un botón y sobre la mesa se proyectó una imagen del planeta. Dieciocho se quedó perplejo, los otros dos sabían que había llegado aquel momento—. Es una medida tan antigua como el conflicto. El primer Alto Mando diseñó este plan antes de ser destruido por los metamorfos—. Se detuvo unos instantes a organizar sus ideas y comenzó a narrar la historia—. Los científicos que abrieron el portal fueron los primeros en caer, justo después los habitantes de cien kilómetros a la redonda, junto a animales y plantas. Todo era era un páramo desértico. El Alto Mando viajó lo antes posible al lugar con centenares de hombres. Vista la amenaza decidieron contenerla todo lo posible, pero uno de sus integrantes viajó a una pequeña base científica en el Círculo Polar Ártico. Los científicos del lugar tardaron un día en diseñar lo que ahora se conoce como el aislador dimensional, pero no lo pusieron en funcionamiento. El enviado del alto mando regresó a la batalla, donde se encontró a todos sus hermanos muertos, y a otro centenar de hombres luchando contra la amenaza. Ese fue el día en el que recordamos que éramos guerreros, y no campesinos. Este RK activo el aislador y todas las moléculas de las infraestructuras RK pasaron a formar parte de una segunda dimensión.

— Esa fue la segunda fase. La tercera nunca se inició ya que murió tras ordenar la activación del aparato —tomó parte RK1—. Se tardo un tiempo en asignar un nuevo Alto Mando, y este decidió no iniciar la última fase.

— ¿Y qué pasó con el portal? —preguntó Dieciocho.

— Esa información es de dominio público. ¿Has borrado tus recuerdos?

Hecatombe MetamorfaWhere stories live. Discover now