Capítulo Dos

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El susodicho y sus acompañantes voltearon a verme exaltados. Tres pares de ojos se posaron sobre mí y me removí incómoda en mi lugar, arrepintiéndome de gritar de esa manera debido a que, además de hacer parecer que me estaba pasando algo de vida o muerte, los asusté, algo que claramente no quería hacer.

Me quedé unos segundos de pie, viendo la expresión de JungKook que pasaba del susto a la confusión. Enarcó una de sus castañas cejas sin romper el contacto visual entre ambos y ese, fue el momento en que caí en la cuenta de que debía acercarme y decir algo para no parecer una completa loca.

Con cuidado de no caer, dado que las escaleras y yo nunca hemos sido buenas amigas, bajé los escalones respirando profundamente. Tengo el ridículo talento de caer con una facilidad increíble por cualquier escalera que este subiendo o bajando y según mi padre, se debe a que soy muy descuidada y que no me afirmo bien de las barandas, pero yo creo firmemente que debo estar maldita o algo así.

Porque a veces es demasiado.

Mis dedos se aferraron con nerviosismo a la correa de mi mochila mientras mi cerebro pensaba en qué diablos debía decirle. No había preparado nada y, explicarle que le grité de aquella forma para querer asegurarme de que no me estaba evitando, todo frente a YuGyeom y TaeHyung, pasaba la línea de lo vergonzoso.

<< Bueno, al menos, no me ignoró como tanto temí que fuera a hacerlo >>.

Tal vez aquello se debía a que se encontraba con sus amigos y ellos comenzarían a hacerle un agotador interrogatorio, el cual no quería o no se sentía preparado para contestar o, simplemente, JungKook jamás tuvo intenciones de distanciarse de mí y yo soy la paranoica que está sobre pensando todo. Porque no puedo evitar hacerlo gracias a la cantidad de películas, libros, fanfics y otras cosas que he visto y leído durante casi once años de mi vida.

<< Maldición, me voy a terminar volviéndome loca si continuo así >>.

Mientras me aproximaba a ellos a paso calmado, admiré como una suave sonrisa que, debo destacar, no mostraba aquellas grandes paletas que poseía y que tanta ternura me causaban, se dibujaba en su rostro.

— ¡Hey, Miyeon! — saludó cuando ya me encontraba a menos de un metro de ellos. Le sonreí tímidamente, sintiéndome cohibida al tener la mirada de aquellos tres altos y guapos chicos sobre mí. — ¿Qué pasa?

— Eh... Yo...— percibí como el calor subía a mis mejillas de manera precipitada mientras mi cerebro se esforzaba por encontrar algo que decir. Odiaba ser tan mala para crear mentiras. Me hubiera gustado tener la habilidad de Momo para inventar cosas que podrían salvarme el trasero en las diversas situaciones en las que yo misma me terminaba metiendo, pero no era así.

La mayoría de las veces que he mentido o tengo intenciones de hacerlo, me tomo mi tiempo para organizar bien la mentira y no ser pillada en el proceso.

"No eres una buena mentirosa, Miyeon". Las palabras que me dijo JungKook cuando teníamos quince años y le mentí acerca de que no sentía un leve flechazo por TaeHyung, se reprodujeron en mi cabeza.

Me acuerdo que me interrogó cuando ambos volvíamos a nuestras casas tras jugar en un parque cercano con el castaño y otros niños. TaeHyung me gustaba y... ¿Cómo no iba a gustarme si además de guapo se comportaba como un completo caballero? Esos gestos que realizaba conmigo, los cuales la mayoría de los chicos de nuestra edad no tenían y que aparecían en todos los dramas que veía, enamorarían a cualquiera niña como yo.

— ¿Qué pasa, Miyeon? ¿Te comieron la lengua los ratones? — bromeó YuGyeom al ver que no parecía tener intenciones de decir otra cosa.

Rodeé los ojos ante su comentario y miré nuevamente a mi mejor amigo. Kookie esperaba pacientemente a que hablara, con las manos escondidas en los bolsillos de su chaqueta y sus orbes cafés pegados en mi cara como si no existiera nada más entretenido en el mundo.

Esa acción que no era para nada rara entre nosotros, esta vez tuvo un sabor diferente. Mi estómago se entumeció de los nervios y las ganas de obligarlo a mirar a otra parte no me faltaron.

Repentinamente, la bombilla imaginaria sobre mi cabeza se encendió, salvándome.

— Quería saber si lo del día viernes, aún sigue en pie — dije, tras recordar que todos los viernes JungKook y yo hacemos una maratón de películas de terror en mi hogar.

Cuando cumplí dieciséis años, mis padres comenzaron a salir en románticas citas que se realizaban un viernes cada dos semanas. Como llegaban muy entrada la noche, JungKook (o a veces mis amigas) comenzó a quedarse a dormir en mi casa para que no estuviera sola y mis padres salieran más tranquilos. Tras pasar el tiempo, Jeon y yo decidimos convertir aquello en un ritual que realizaríamos todos los viernes, salieran o no mis padres. Era algo de mejores amigos que solo sería cancelado por asuntos de fuerza mayor como una salida con sus padres o hermano mayor; que se encontraba haciendo el servicio militar, que alguno de nosotros este muy enfermo, entre otras cosas.

— ¿Por qué no lo estaría? — cuestionó.

<<No lo sé, tú dime. >>

Sus ojos brillaron y su rosada lengua salió para humedecer su labio inferior. Pasé saliva con dificultad y quise cachetearme al darme cuenta de la manera tan directa y descarada, que observé sus delgados labios.

Desvié mis ojos con timidez al lado izquierdo, encontrándome de lleno con los oscuros ojos de TaeHyung, los cuales me miraban con un brillo de diversión y cuestionamiento.

Me ruboricé brutalmente otra vez.

— So- solo quería asegurarme...— murmuré, con unas increíbles ganas de salir huyendo de ahí para esconderme debajo de una piedra. Estas reacciones que estaba teniendo no eran algo normal y, al parecer, no era la única que se estaba percatando de ello. — Muy bien. — Asentí. — Nos vemos mañana... Supongo.

Hice ademan de rodearlos para alejarme cuando la amigable voz de YuGyeom me detuvo.

— Miyeon, iremos a tomar un helado, ¿por qué no vienes con nosotros?

Los mire uno por uno y, cuando mi mirada se encontró con la de Jeon, negué.

Necesitaba ir a casa. Necesitaba estar sola para intentar comprender aquellas nuevas sensaciones y reacciones que estaba teniendo mi cuerpo con respecto a JungKook. Y no solo eso, sino que también debía pensar en alguna para frenarlas. De otra manera, la noche del viernes se volvería una tortura china para mí.

— Tengo mucha tarea que hacer. Será para otro día, ¿sí?

— ¡Claro, buena suerte! — exclamó. TaeHyung y YuGyeom comenzaron a caminar en dirección contraria a la que yo debía ir, comenzando a hablar de cosas triviales que ignoré.

JungKook hizo ademan de querer seguirlos, pero, repentinamente, se volteó nuevamente hacia mí y acortó la distancia entre nosotros dando un solo paso. Mi corazón se estrelló con fuerza contra mis costillas al ver como su rostro se aproximaba al mío y cerré los ojos con potencia, reteniendo la respiración de manera inconsciente.

Abrí los ojos en el momento en que percibí como sus cálidos labios se posaban en mi mejilla izquierda y antes de alejarse completamente de mí, susurró: — Regresa con cuidado a casa.

— Hum... sí, lo haré...— bisbiseé, percibiendo un hormigueo agradable en la zona en que estuvieron sus labios y viendo como emprendía camino para reunirse con los chicos que lo estaban esperando.

Aspiré profundamente y acaricié mis cienes, enfadada conmigo misma al sentir el repentino deseo de sentir sus labios contra los míos. De que me hubiera besado de la misma manera en que lo hizo hace unos días en mi casa.

— Esto no está bien... ¡Mierda! Esto está mal, muy muy mal...— murmuré para mí misma mientras negaba con la cabeza.

KISS » JEON JUNGKOOK ✔Where stories live. Discover now