-Amo de la casa, ja, por favor... -dijo con tono sarcástico Adele.

-Se prudente con tus palabras hija, no quiero que la cena termine antes de haber empezado. –Adele frunce un poco su ceño ante las palabras de su madre, más sabe que tenía toda la razón, todos obedecen lo dicho por la criada y salen de la habitación hacia el comedor, pero al llegar el turno de Adele de cruzar la puerta de la habitación en la que estaban, Viktor la detiene del brazo cuando ve que nadie los ve.

-Tú y yo, tenemos una larga conversación. –le dice con seriedad-. Te esperare después de la cena en los jardines cerca del quiosco.

-¿Que te hace pensar que iré? –responde zafándose de su agarre.

-La razón tienen cinco letras y coincidentemente es la persona que me dio este anillo. –contesta levantando su mano derecha y mostrando dicho accesorio.

-Si Yuuri no te ha hablado –repuso con indiferencia después de la gran impresión que se llevó al ver que Viktor no se había quitado ese anillo entrando en esa mansión-. ¿Crees que yo diré algo?

-Entonces, déjame hablar a mí, pues creo que ambos nos estamos perdiendo una versión de la historia.

Viktor se adelanta a la salida y Adele se queda ahí por un momento más, la conciencia le remordía pues temía quebrantar la promesa de Yuuri, porque para ella, la sangre pesa más que las promesas.

Cuando Adele llegó al comedor, todos estaban colocados en sus respectivas sillas, su padre al lado derecho de una grande mesa de madera, su madre estaba a la par de él, luego estaba su asiento vacío, siguiendo los asientos de su hermano, al lado izquierdo estaba dos asientos vacíos luego estaba sentado el menor de la familia y medio hermano de Viktor de 5 años de edad, quien estaba sentado a su lado, seguido de sus medias hermanas gemelas de 10 años. Adele se ubicó en su asiento y espero con impaciencia la llegada del hombre que más odiaba sobre la faz de la tierra.

Las puertas del comedor se abrieron y dejaron el paso a tres personas, una era una bella mujer de cabellos negros cortos, un vestido entrelazado escotado, a la par de la mujer de apariencia juvenil venia una niña de no más de 8 años, de largos cabellos igual de negros, era como ver a aquella mujer en sus años de infancia, ambas caminaban atrás de un imponente hombre de platinados cabellos, su mirada azul era penetrante y fría, Adele desde muy pequeña supo que esa mirada era solo la de un hombre que ya no tiene ni una pizca de humanidad y aunque a ninguno de los presente les gustara decir, Viktor en físico se asemejaba más a aquel hombre que a su fallecida madre. Adele lo detestaba y más que todo lo odiaba porque ella estaba segura que la muerte de su abuelo y de la madre de Viktor fue obra de él.

-Me alegra tanto ver a la familia reunida. –habló con voz seca, sin ningún atisbo de emoción, colocándose en la silla de en medio de la mesa, viendo a todos con una superioridad difícil de tolerar-. Es bueno que todos nos volvamos a reunir como lo hubiera querido mi padre Aleksei.

Adele se tragó los insultos que quería darle a su tío por aquellas vacías palabras, pues las manos de su madre que le sujetaban sus manos debajo de la mesa le impidieron hablar como ella hubiera querido. Las criadas trajeron la comida y la sirven, comenzando con aquella cena en silencio, ni los niños ni las mujeres se hablaban, todos con elegantes modales comían sin dirigirse las miradas. A pesar de que los niños habían terminado primero su comida, nadie se levantó hasta que el hombre que lideraba la velada se levantó de su asiento, besó la frente de su esposa y aclarando su garganta dijo.

-Como siempre pueden quedarse en las habitaciones de huéspedes, mañana a las 7 será el desayuno y posterior a eso iremos a dejar las ofrendas florales a mi padre. -sin otra palabra más que agregar sale de la habitación y Adele puede sentir como todos los presentes suspiran de alivio, inclusive su esposa.

Cerca de ti en la distancia. -Viktuury-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora