La vida no siempre es cruel, a veces por callar cometemos los más grandes errores.
Yuuri había vivido en un sueño por 10 meses, meses que guarda en lo más profundo de su corazón; la vida le enseño a ser fuerte luego de que aquel bello sueño termina...
La narración del pasado esta en primera persona, en este caso es Yuuri quien narra, luego al volver al tiempo normal de la historia se narra normalmente. Más aclaraciones, al final del capítulo.
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Hospital for Special Surgery Nueva York - Noviembre 2017
Lucha-resignación, esperanza-desilusión, fuerza-debilidad, triunfo-frustración, si buscamos en el diccionario estoy seguro que para cada palabra de autoayuda también hay una de desesperanza. "Se fuerte" "No llores" "Lucha" "No quiero rendirme" una y otra vez las repito, una y otra vez se disuelven en mi día a día, estoy tratando, estoy luchando pero no veo resultados, no me siento mejor conmigo mismo y mi corazón se siente cada día más adolorido, se las causas pero las ignoró pues siempre fui bueno para hacer eso, más ahora todo se siente tan difícil como si fuera imposible, realmente me cansa no ver una mejoría en mí.
Respiro con cansancio, por primera vez en mucho tiempo siento que he llegado a mi límite físico, llevo mi mano al pecho y estrujo la playera al tiempo que sujeto con fuerzas el anillo que colgaba en mi cuello dentro de mi camisa.
-Creo que esto será suficiente por ahora. -habló un joven de casaca sanitaria color verde quien me acompaña en mis terapias-. No podemos forzar una terapia pues sería anti producente.
Maldigo en mis adentro y apuño mis manos, asiento con resignación pues a pesar de lo obvio de sus palabras, para mí eso es solo una barrera que me tiene atado en este hospital y que me demuestra que me estoy volviendo cada vez más débil. Él joven que me atiende acerco mi silla de ruedas hasta la camilla de masaje y me ayudo a sentarme en aquel ataúd de dos ruedas, pues para mí esa simple silla era mi peor enemiga al limitarme a depender de alguien y haciéndome sentir cada vez más patético que antes. El camino de regreso a mi habitación es silencioso como siempre, pues le he pedido a él callar si no es algo en relación a mi alta de aquella jaula de oro en donde no vivo sino que sobrevivo; he perdido el pasar de los días, las horas solo son notorias a través de la ventana o al momento de que este joven llega a mi habitación para las terapias, Adele me visita casi a diario junto a Margot, ellas son mi pequeña ventana a la realidad pues todo se ve como un sueño del cual lucho por despertar, he evitado encender la televisión o leer los periódicos pues sé que el mundo afuera de este lugar sigue girando sin mí, pues soy solo uno más de los billones de habitantes de este plantea.
Mi teléfono se lo deje a Adele y solo le pedí contactar a Yurio para asegurarle que estoy bien, más no he hablado con él ni con mí familia, y la verdad lo prefiero así, no quiero ver nuevamente esa mirada de lastima sobre mí, no quiero preocuparlos más de lo que lo hago ahora.
Sentado aquí en esta camilla observo por la pequeña ventana de mi habitación pasar el río Este*, algún par de edificios y el ajetreo típico de una ciudad cosmopolita como es Nueva York. Siempre cuando mi mente queda en blanco y no me auto lastimó recordando el patético estado en el que me encuentro, pienso en Viktor ¿Cómo le estará yendo en su temporada? ¿Comerá bien? ¿Podrá dormir en las noches? ¿Me extrañara? ¿Me necesitara al igual que yo en estos momentos? Sé que soy un maldito egoísta al pensar sobre él cuándo fui tan cruel de terminar lo nuestro con una mísera hoja de papel, sin escuchar su voz una vez más, sin permitirle decir algo, sin tocar sus labios, su cuerpo, sin sentir aquel calor que emanaba su cuerpo aun cuando sus manos y pies eran fríos, sin mirarlo a los ojos y repetirle lo mucho que lo amaba y que esto era para que él estuviera a salvó.
