Por ultima vez mientras se perdía en sus pensamientos, su madre cansada de esperar, subió las escaleras con rapidez y golpeo con fuerza la puerta de madera, mientras repetía miles de veces de que estaba a punto de llegar tarde, Jisoo exaltada agarro su mochila y abrió la puerta para ver el rostro desconforme de su madre.

Jisoo tenia que admitir que su madre es una opuesta en cuanto a personalidad, siempre ordenada y puntual, con una lengua audaz y honesta que no baña en dulce ninguna crítica, en especial hacia Jisoo que siempre se llevaba lo peor de sus regaños, a pesar de eso la señora Kim Jiheun era muy respetuosa y apoyaba a sus hijos en todo aquello que fuese bueno, tenia una extraña manera de mostrar su cariño pero que de una manera u otra siempre se encontraba ahí para sus retoños. La señora Kim trabaja como abogada, una carrera perfecta para alguien tan obstinada y opinadora como ella, Jisoo muchas veces había bromeado con el hecho de que hasta en su propia casa actuaba como si estuviese atacando a un criminal, cosa que disgustaba a su mamá y recibiendo en respuesta una mirada fulminante pero que, en lo más profundo le encontraba cierta gracia a un chiste tan carente de humor.

Mientras Jisoo bajaba las escaleras se podía escuchar en el fondo los abundantes ladridos de sus tres perros, que ladraban ante cualquier mero movimiento o presencia alguna, desde pequeños Jisoo había tratado de sacarlos de ese mal habito qué, en muchas ocasiones interrumpió, de manera inesperada y nada agradecida, sus sueños, había conseguido entrenarlos en todo menos eso, cosa que hasta el día de hoy le molestaba, pero que con el tiempo ha aprendido a aceptar.

Llego hasta el ultimo escalón y corrió hacia la mesa del comedor para, poder disfrutar de la exquisita comida que su mama cocino, esperaba encontrarse con algo de carne, como pollo o ternera, pero una cara decepcionada remplazo su semblante al ver la mesa llena de distintos tipos de verduras, parecía una florería con tanto color verde.

— ¿Qué es esa cara, niña? ¡Agradece que tienes comida en el plato! —. Comentó su madre mientras se retiraba a la cocina, Jisoo rodeo los ojos, una vez que su madre se fue, desdichada de ella si su mamá la llegase a ver haciendo tal gesto, comenzó a comer, ya con un poco de mal humor, y debido a su gran afán, termino en unos minutos a pesar de aborrecer rigurosamente la acelga. Como terminó, fue rápido a alistar su mochila, para poder así partir de una santísima vez a la escuela.

Fue en eso que mientras se encontraba arreglando sus cosas para partir a su primer día escolar recordó que se olvidó su celular en el lavabo y se criticó a si misma por ser tan descuidada y caótica, subió las escaleras ya con cierto agotamiento y rebusco en su baño el tan aclamado aparato. Cuando lo encontró una media mueca de regocijo se formo en su rostro y con cierta ya anticipación, lavo sus dientes y partió con su teléfono en su mano hacia la planta de abajo, tomo su mochila y con felicidad se despidió de su madre.

Si había algo que a Jisoo le encantaba era las calles de la ciudad en verano, todos los arboles se balanceaban frágilmente y se podían ver siendo bañados en luz solar, ocasionando una que otra sombra en la acera. De vez en cuando, la pelinegra se dedicaba a caminar, de manera despreocupada, con su celular en la mano, checando redes sociales y mensajes de sus amigos, usualmente se encontraba con demasiados noticias, en esos casos los respondía un poco más tarde, pero hoy , mientras caminaba hacia su escuela, se sentía eufórica así que respondió uno que otro hasta llegar al portón de su escuela, con una sonrisa saludo a la portera que le devolvió el gesto con un saludo militar.

Miro a su alrededor y se encontró con que era una de las pocas adolescentes que había llegado temprano, para matar un poco el tiempo, Jisoo decidió buscar en el bolsillo delantero de su mochila sus auriculares para así escuchar un poco de música, sentada en una banca del parque de la escuela, soltó una maldición entre dientes al darse cuenta que, debido a su torpeza, había olvidado por completo sus auriculares posados en la mesita de luz de su cuarto. Hizo una mueca y con cierta cólera, decidió caminar un rato. La mochila le fastidiaba un poco debido a la suma de libros exagerada que debía traer en su primer día, mientras caminaba pudo notar la figura de una de sus compañeras, Jennie Kim.

Baby! \ JENSOOTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon