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En una escuela primaria, en el interior de Seúl,podías ver a una niña de cabellos negros que se encontraba aislada en un rincón mientras los otros niños jugaban

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En una escuela primaria, en el interior de Seúl,podías ver a una niña de cabellos negros que se encontraba aislada en un rincón mientras los otros niños jugaban.

La pequeña Jennie, era bastante diferente a las demás niñas de su edad. Tenía una inteligencia más desarrollada, además de un pensamiento un poco macabro y sádico, mientras todos jugaban y disfrutaban del receso Jennie se encontraba leyendo uno de sus libros favoritos "El silencio de los inocentes" dicho libro que contaba con temas mórbidos y nada placenteros para la mente de una niña de nueve años, pero en este caso, a Jennie le encantaban este tipo de relatos sangrientos y que mostraban una parte de la psicología humana, en este caso la psicología de un caníbal. Muy pacíficamente, pasaba las páginas mientra prestaba toda su atención en las palabras que aquel libro relataba.

Algo que molestaba mucho a Jennie era los gritos y risas que resonaban por todo el patio, muchas veces había rogado a su profesora para que le deje quedarse dentro de su clase, de esa manera no tenía que irse a una parte muy alejada del patio para poder leer en paz, pero su profesora hizo caso omiso a sus palabras, y prefirió dejarle una silla para que pueda leer sentada en un aislado rincón, para los otros niños esto podría ser un castigo, pero para Jennie era una pequeña recompensa, si había algo que detestaba más que los gritos y las risas, eran los niños. Aunque en simple apariencia ella es una niña, su propia conciencia parece la de alguien que se encuentra en sus veintes, por lo que no encaja nada bien con los demás niños.

Jennie apartó la vista de su libro por unos segundos, sus ojos vagaron por el patio de recreo, niños correteando, otros gritando y los demás jugando en los, ya viejos, columpios. Una parte de Jennie disfrutaría de unirse y intentar, por un leve momento, ser como las demás niñas, jugar y divertirse, corretear y gritar con la inocencia de la infancia, pero la otra parte no podía dejar de divagar en el pensamiento de lo estúpido e innecesario que era.

Justo cuando se encontraba en su parte favorita del libro la campana sonó, indicando el cierre del receso y por lo tanto, el comienzo de las clases.

Como siempre, Jennie se paró con la misma cara de molestia de siempre, sacudió su falda, ya un poco arrugada debido a que se estuvo moviendo tratando de encontrar una posición cómoda para leer, y partió hacia sus compañeros que se encontraban quejándose porque su tiempo de diversión había acabado. Como todas las veces que el receso acababa, la directora, gorda y ya en la vejez, indicaba que hicieran una fila y pasaba a contar a todos los niños, por protocolo de la escuela y por medidas de seguridad.

Aclaró su garganta, y con su voz ronca comenzó a contar a todos los chicos. Con su dedo arrugado iba apuntando a cada quien que contaba, al terminar, alzó una ceja en confusión. Una alumna faltaba.Jennie le pareció extremadamente estúpido, ella misma había contado a todos sus compañeros y no faltaba nadie. Aquella vieja parecía olvidarse de las cosas demasiado rápido, justo cuando iba a levantar la mano para aclararle a aquella señora, la voz de su profesora, una chica joven que recientemente había terminado la universidad le aclaró;

Baby! \ JENSOOWhere stories live. Discover now