II

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El dulce aroma de té inundaba la residencia de los Kim. En las afueras los pájaros se dedicaban a entonar una melodía mañanera, el rocío de la madrugada se había quedado en las hojas verdes de los árboles, con cuidado se deslizaban hasta caer al suelo.

Kim Jisoo se encontraba durmiendo, manos juntas y situadas melifluamente bajo la almohada en la que su cabeza reposaba. Las sabanas níveas se encontraban algo desperdigadas, y su pijama de dos piezas se había arrugado debido a la continua inquietud de la muchacha al descansar, justo por esa misma razón varios peluches habían terminado en el tablado. La ventana de la placentera habitación de Jisoo se encontraba cerrada, pero gracias a las persianas y a las cortinas que había retirado antes de acostarse ciertos rayos de luz ingresaban en la penumbra que residía aquella habitación. En su ensueño, Jisoo frunce el entrecejo debido a la gran cantidad de luminosidad que altero de repente su descanso, causando un gran disgusto y así, llegando a despertarla. Con su cabellera negra desorganizada, su pijama desacomodado y una expresión de dormida Jisoo comenzó un nuevo día. Casi volvió a caer en la tentación mundana de conseguir unos cinco minutos más de sueño, pero, el grito de su mamá consiguió hacerle cambiar de opinión. Se sentó en la cama y abrió sus ojos, parpadeo unos instantes para acostumbrarse a la sutil luz que en su cuarto había, con delicadeza poso un pie en el suelo y enseguida hizo una mueca al contacto frio de este con la planta de su pie, estiró sus brazos y comenzó, de muy mala gana, su rutina mañanera.

Prácticamente arrastrándose hasta al baño y con una cara de espanto se miro al espejo, sus ojeras eran inmensas y parecía que sus ojos se estaban por salir de su cabeza. Con vagues abrió el grifo y remojo sus manos para esparcir un poco de agua fría en su rostro, quizá para lavarse la cara o para despertarse, continúo haciendo esto por alrededor de un minuto hasta que por fin, comenzó con el cuidado de su piel, Jisoo había sido bendecida en la genética con una piel suave y carente de acné, muchas veces había escuchado las agridulces quejas de sus compañeras que se encontraban envidiosas de la pelinegra por tener tan bonita piel. A diferencia de otras chicas de su edad, Jisoo prefería una rutina bastante simple con tan solo tres productos, esto le ahorraba tiempo y para Jisoo quien se había proclamado a si misma como la reina de la procrastinación, una rutina corta le salvaba de la tentación de postergar su rutina.

Al terminar con su piel decidió tomar una ducha rápida para refrescarse y salir con prisa, para vestirse con su uniforme escolar y poder bajar a desayunar precedentemente a que su madre se enfurezca.

Ató su larga cabellera en una cola de caballo y se despojo de su pijama de ositos, pobremente entro a la ducha, y apenas su cuerpo entro en contacto con el agua pegó un grito que quedo agarrotado en su garganta, el agua estaba helada, con rapidez ajusto la temperatura para poder ducharse en paz. El agua le rozaba el cuerpo y se resbalaba por su piel con una velocidad ágil, con delicadeza utilizo el jabón liquido para lavar cada parte de su cuerpo, no quiso tomarse su tiempo como usualmente lo hacía, iba a comenzar un nuevo año escolar y deseaba poder romper con la costumbre de llegar tarde que desarrolló desde corta edad.

Apenas concluyo, se quedó un rato mirándose en el espejo, a pesar de considerarse una chica relativamente guapa, Jisoo tena ciertas inseguridades que en días ruines venían a cazarla cual lobo a presa, por suerte la positividad y su tendencia a cuidar mucho de su apariencia le hacían superar cualquier obstáculo, fue así que mientras cepillaba sus dientes , su madre con cierta intranquilidad y furia volvió a vociferar su nombre, Jisoo estaba segura de que aquel grito se escuchó hasta en China, pero prefirió correr a vestirse antes que perpetuar vagando en pensamientos cómicos e innecesarios.

Apenas puso su uniforme notó que se encontraba algo arrugado y, incluso, si te acercabas lo suficiente, podías distinguir una mancha indefinida de comida que Jisoo había causado mientras comía una hamburguesa, un año atrás. De solo mirarla se acordó del gran regaño que le proporciono su mamá al ver que había manchado el uniforme que con tanto cariño se encargo de lavar, planchar y perfumar, Jisoo se tuvo que comer un sermón de dos horas de la importancia del trabajo y de como el dinero no crece misteriosamente en los árboles.

Baby! \ JENSOOWhere stories live. Discover now