Capítulo XX

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CAPÍTULO RE-SUBIDO

Al llegar al hospital, Laura buscó a la familia Wallace, nunca había tenido relación con ellos pero los conocía, ¿cómo no saber quién era el teniente de la policía más joven que había tenido Omaha en su historia?

—¿Teniente Greg? —Preguntó dubitativa— sus compañeros me dijeron que mi hija estaba internada aquí y que usted la había encontrado.

—Sí, así es —respondió Sonia— disculpe, soy Sonia, ¿me recuerda? Hablamos el sábado...

—Oh, claro que le recuerdo —admitió— ¿qué sucedió con mi pequeña? —sollozo.

Sonia se acercó a la mujer que le hablaba y le abrazo, sólo ese gesto bastó para que Laura se derrumbara.

—Hoy ha sido el peor día de mi vida —gimió— primero Joshua me va a buscar al trabajo para avisarme que se iría de la casa y que daba por terminada la relación y luego los oficiales van a buscarme para decirme que mi niña está luchando por su vida...

Sonia escuchó con atención... sí las cosas pasaron como su hijo creía,  la razón por la que Joshua había abandonado a Laura era porque estaba huyendo.

—Tiene que ser fuerte Laura, su hija la necesita ahora... ¿podría contarme lo que pasó con su esposo?

Justo cuando la aludida respondería a esa pregunta, un enojado y casi trastornado Peter entró a la sala de espera, gritando y despotricando en contra de la madre de Lily.

— ¡Usted! —Gritó, apuntando a la mujer con el dedo— ¡usted y su esposo son los culpables de todo esto! ¿Qué se siente ah? ¿Qué se siente que su hija esté muriendo por su culpa?

Laura miró sorprendida al joven que la acusaba del ataque contra su hija, ¿dónde estaba la amable criatura que le había pedido permiso para ensayar en su casa con su hija?

— ¡Peter! —Le recrimino Sonia— ¿qué modo de hablarle a un superior es ese? ¡Respeta!

— ¿A quién? ¿A la mujer que dejó que su marido maltratara a su hija? ¡De ninguna manera! — espetó.

Los guardias de seguridad del hospital se acercaron y le pidieron a Peter que se marchara, Greg, quien se había marchado a intercambiar información con sus subalternos, se aproximó a la escena y, con amabilidad, les pidió disculpas en nombre de su hijo y se lo llevó al estacionamiento para poder charlar con él.

— ¿Qué te sucede Peter? ¿Por qué estabas atacando a esa mujer?

— ¿Por qué? —Escupió el chico con ironía— ¿te parece poco que, si ella le hubiese creído a Lily en todas las ocasiones en que ella le contó lo que pasaba con Joshua, ese malnacido no la hubiese atacado?

— Hijo —dijo sujetando al adolescente por los hombros— sé que tienes razones para estar molesto, y sé que tal vez tienes razón en tu sospecha, pero, cómo su palabra lo dice, lo que tú piensas no pasa de ser una sospecha, no tenemos pruebas del ataque y no podemos hacer nada.

El chico apretó los puños, lleno de frustración.

—Hijo... sé lo que sientes por esa muchacha y lo mucho que te afecta la situación en la que está, pero debes permanecer tranquilo, déjanos a mis compañeros y a mí investigar lo que sucedió y tú ocúpate de darle fuerzas a la chica, es lo único que puedes hacer.

El chico rompió a llorar y se abrazó a su progenitor.

— ¿Por qué papá? ¿Por qué pasan estas cosas? ¿Por qué ah? ¿Por qué hacerles eso a unas chicas frágiles como Gillian o Lily? No quiero perderla papá, no quiero perder a Lily, no sin que ella me perdone por haberla juzgado, me muero si ella se llega a ir pensando que la odio, cuando en realidad, la quiero con todas mis fuerzas.

Vida en Línea (En edición) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora