Capítulo V

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CAPÍTULO RE-SUBIDO

Los jóvenes emprendieron en silencio el camino a casa de Lily, ambos sumergidos en sus pensamientos, ella tratando de entender por qué había besado de esa forma a Peter mientras que él se maldecía por lo bajo, había ido muy deprisa, ahora ella lo odiaba, de eso no tenía dudas.

—Peter, detén el auto.

Aún faltaban dos calles para llegar a casa de la joven.

—Lil... lo siento, sé que fui un idiota pero déjame llevarte a casa, tal vez pienses que no lo digo en serio, pero me preocupo por ti —replicó el chico deteniendo el auto para poder mirar a la muchacha a los ojos mientras hablaban.

—Peter  —argumentó ella dando un largo suspiro—. Lo que pasó no tiene nada que ver con lo que te estoy pidiendo es sólo que... tengo miedo.

—¿Miedo? —inquirió el adolescente— ¿Es por tu padrastro cierto?

La chica no respondió, aprovechó que Peter ya había detenido el auto para bajarse y caminar hasta su casa.

—¡Lil! ¡Lil espera!

La chica no se detuvo, en su lugar caminó más rápido. Cuando llegó a su casa, notó que Joshua había llegado, así que subió las escaleras tratando de no hacer ruido y se encerró en su habitación, recogió del piso de la habitación su ropa sucia, la colocó en la cesta y luego arrastro ésta al lavandero. Cada vez que se sentía confundida, preocupada o simplemente nerviosa, la muchacha se ponía a lavar la ropa, le gustaba hacerlo pues su mente sólo se ocupaba de esa actividad.

Joshua se asomó a la lavandería, al verla le preguntó dónde había estado a lo que Lily le respondió que estaba con Amy, la miró con incredulidad pero no le dijo nada y la dejó sola de nuevo.

La chica se sentó en la silla que era de su padre; esa silla antes ocupaba un lugar central en la sala de su casa pero, con la llegada de Joshua, la silla resignó su lugar y ahora solo está arrumada en el lavandero.

Lily comenzó a llorar, comenzó a comparar lo que su madre había hecho con la silla de su padre con la forma en que la estaba tratando a ella y, para su dolor, comprendió que Laura no solo abandonó a esa silla, también la había abandonado a ella.

—¡Lil! ¡Lil!

Un susurro sacó a la muchacha de su mundo interior.

Dio una vuelta alrededor de su eje y no vio a nadie, pero Dios... Ella juraría que alguien la llamó. Definitivamente, estaba enloqueciendo.

—¡Lily!

La chica miró hacia el lugar donde provenía el susurro, el techo de la lavandería. Allí, medio oculto, estaba Peter.

—¿Peter? ¡¿Qué demonios haces aquí?!

La chica se asomó y vio que Joshua estaba sentado en la sala, viendo un partido de béisbol a todo volumen. Aprovechando eso, Lily le hizo señas al chico para que bajara.

—¡Ahora si me vas a explicar qué demonios haces aquí Wallace! —reclamó la castaña a su admirador, una vez este bajó de su escondite.

—Ya te lo dije, me preocupó por ti.

Se acercó a la muchacha y en un visto y no visto la estaba abrazando y depositando suaves besos en su coronilla.

—Lil, ¿por qué llorabas?

Ella lo miró y luego observó a la silla.

—Esa silla... esa silla era de mi padre y mira ahora donde está.

Vida en Línea (En edición) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora