—No vi a Maggie, tampoco a Natasha.—Aliana estaba nerviosa, mientras que observé cómo ella aún tenía su rostro lleno de sangre, aunque me enfoqué más en empujar los sofá con los hombres.—Ni a Rosita, ni a los demás. Carol mucho menos.—estaba agitada, tanto que Michonne se acercó a ella sosteniéndola y sacudiéndola con delicadeza.

—Ey, necesitamos que todos estemos tranquilos para salir de aquí y buscarlos.—le pidió Michonne con pasividad.—Iré arriba a revisar a Judith y ver en que puedo ayudar a Deanna, quédense aquí. Gabriel, puedes venir, hay que ayudar.—dijo esta, subiendo las escaleras de la casa de Jessie Anderson, incluso Ron prefirió subir y la chica junto a mi, quedo sola.

—Oye, van estar bien.—dije, acercándome a ella, estábamos bastante cerca, mientras que veía como él líquido rojo empezaba a secarse en su piel. Lleve mis brazos a su espalda, abrazándola con delicadeza y sintiendo su cuerpo temblar, sabia lo asustada que podía estar.

—Tengo miedo, Carl, tengo miedo.—sentí sus brazos rodear mi espalda también y como ella me abrazaba con fuerza, debía admitir que también tenía miedo.—Maggie está embarazada... no quiero que le pase algo.—dijo ella, poco a poco fui separándome de ella pues era una gran noticia que se había rebalsa en un mal momento. Le asentí, llevando mis manos a sus mejillas y acariciándolas mientras observa las pecas que no estaban tapadas de sangre.

—Aliana, no voy a dejar que nada te pase...

Habían sido las palabras más sinceras que pude haberle dicho a alguien, sentía el miedo de querer que a ella no le pasara nada, sentía ese nerviosismo de que me explicaran que ella había muerto o que algo le había pasado y saber cómo no manejarlo si me pasara, me torturaría. Me había acostumbrado a ver su rostro, a ver esos ojos verdosos, yo me había acostumbrado a esas pecas que lucían al natural bajo la luz del sol. En mi día se necesitaba escuchar la voz de ella, se necesitaba escuchar la risa de felicidad que hace mucho ella no demostraba. Era cierto que el amor no llegaba en orden, pero siempre habría uno que te marcaría y podía jurar que yo quería que fuera esta chica que estaba delante de mi que me marcara por el resto de mis vidas, yo quería a Aliana. Sus ojos verdosos me observaban, ambos aún calmándonos por la situación ocurrida allá afuera nos encontrábamos bastante cerca y no podía evitar sentirme nervioso. Acariciaba sus mejillas y en un intento de acercarla había perdido el miedo hasta que sentí el sabor de sus labios carnosos en los míos.

Fueron miles de sensaciones que pude sentir en ese instante, no era mi primer beso, pero ese beso había sido totalmente mágico como si realmente lo necesitara. Sentí como sus labios se despegaron del mío, como nuestras narices se rozaban ante aún estar cerca y había sido suficiente esa cercanía para que nuestros labios volvieran a rozarse de una forma tan delicada. Sentía esas mariposas dentro de mi querer explotar de tantas emociones que sentí en ese instante, pues mis manos aún acariciaban sus mejillas y ella había llevado las suyas a mi cabello, acariciándolo y provocando un momento lleno de desastre a uno lleno de esperanza para salir de todo esto y disfrutar el comienzo de esta historia. Aunque mis pensamientos se habían esfumado ante un ruido en las escaleras, ambos no tardamos en separarnos bruscamente observando a nada más y nada menos que Rick Grimes mirarnos un poco sonriente pues él maldijo varias veces ante la caída de su pistola en el suelo de madera que provenía de las escaleras, había arruinado un buen momento.

—Iré a revisar a Judith, veré también en que puedo ayudar con Deanna.—nos aviso Aliana, quien quería salir de ese terrible sonrojo que tenía en su rostro. Aunque papá, no le permitió subir.

—No.—nos dijo él con la cabeza baja y algo entristecido.—Deanna fue mordida.—nos comentó, esa frase para mí era la peor que podía escuchar y creo que jamás quisiera que alguien sintiera esa sensación si yo fuera él que estaría mordido.—Tengo un plan pero aún no lo tengo tan resuelto en mi cabeza. Quiero llegar a los autos, irnos y llevarnos a los que encontremos pero no quiero dejar a nadie.—papá hablo, observándonos a ambos.

𝐄𝐒𝐏𝐄𝐑𝐀𝐍𝐙𝐀 ─𝐂𝐀𝐑𝐋 𝐆𝐑𝐈𝐌𝐄𝐒  ①Where stories live. Discover now