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Bienvenidos.

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Eran grandes, eran unos muros grandes pero eso no significaba que durarían para siempre. No podía dejar de pensar en que algo siempre acabaría y era mi situación en este instante, delante de unos grandes muros delante de nosotros... de todo mi grupo. Mi mano estaba rozando con la de Camila y sin hacer mucho tenso nuestra situación, más de lo que estaba, escondí mi mano. Observando así como aún lado de mi, la chica de cabello negro azabache llevaba una coleta alta, con su arma y mochila, mientras que se mantenía cabizbaja. Deje de observarla, pues la definitiva vista de Maggie me había atrapado mirando con cautela a la chica que estaba a su lado. Fue una sonrisa que me dedico, como si supiera o sé imaginaba lo que estaba sintiendo adentro de mi, una terrible confusión. Los ruidos de los grandes portones abriéndose delante de nosotros, hicieron que todo el grupo se mirase entre sí.

Las noches de dormir en un suelo rocoso o incomodo, estarían apunto de acabarse si decidíamos quedarnos. Fuimos entrando en una fila, mirándonos entre sí y escuchando voces, incluso risas de niños adentro del lugar. Empezaba a ver los jardines y las grandes casas delante de nosotros. Quede perplejo, todo amplio y limpio, mientras que nos vimos obligados a detenernos en un puesto de vigilancia. Era alto y había un hombre ahí, mientras que otro hombre estaba delante de nosotros, mi vista se dirigió a otra desconocida y misteriosa chica que había pasado delante de nosotros. Ella cruzó miradas con todos nosotros, aunque se mantuvo cortante su mirada se detuvo en mi, aunque no tarde en cortar mi mirada por alguna extraña razón. Fue extraño ver otra chica, una más de mi edad y eso significa que el lugar era real, como Aarón no los pinto... por ahora. Papá sostenía a Judith, él estaba al frente de todos nosotros junto a Daryl, su mano derecha quien parecía estar lleno de incomodidad ante la presencia de personas desconocidas delante de nosotros.

—Tienen que dejar sus armas.—fue lo primero que mencionó el hombre, creando incomodidad en todos, incluyéndome.

—No sabemos si nos quedaremos.—le respondió papá, el hombre miro a Aarón, y también miro a mi papá fulminante... no sabía lo que hacía.—No las entregaremos.—dijo nuevamente.

—Nicholas, está bien, déjalos. Ellos verán a Deanna primero.—un nombre desconocido resonó en la conversación y supuse entonces que con quien nos veríamos para que decidiese si quedarnos era con una mujer.

La marcha había continuado, ignorando el incómodo momento que decidimos pasar con ese individuo, la curiosidad por ver más de este lugar parecía matarnos. Papá adelante estaba siendo observador, miraba cada punto que su campo visual podía encontrar, mataba su curiosidad con sus especulaciones sobre este gran lugar. Habían personas mirándonos a todos, con desconfianza y cierta curiosidad. Era entendible, éramos nuevos y realmente no lucíamos un buen aspecto a diferencia del que ellos lucían. Seguí caminando, escuchando como Aarón nos guiaba y nos señalaba cosas, dejándonos saber para que era su uso o que solían hacer ahí... mientras que no podía evitarlo, debía mirarla a ella de reojo. Parecía sonriente era como si el lugar le encantara, estaba contenta y se le notaba. Un roce contra mi hombro provocó que dejara de observarla, si, era Camila demostrando su molestia y era algo que ya no debía evitar y que sabría que pronto le pondría fin a esto. Pasamos por enormes casas, lo cual Aarón nos dijo que si nos quedábamos, viviríamos en una de esas y me parecía grandioso. Aunque nuestra caminantes se detuvo en una enorme casa.

Nos quedamos delante de la casa, esperando a que Aarón y su pareja, si, Eric, entraran a la casa. Aunque sólo pasaron unos minutos una señora salió, pelirroja y con rasgos de vejez. Pasaba a los cincuenta, vestida con ropa formal y muy sonriente ella. Se presentó, observándonos a todos, a diferencia de lo demás ella no nos miraba extraño. Era como si nos hubiese estado esperando todo este tiempo, nos invitó a entrar y si, ella era Deanna Monroe. La líder de la comunidad de quien tanto nos habló Aarón, casada y con dos hijos varones residentes también de la comunidad. Su casa estaba espléndida, era tanta la prisa por entrar a ver cómo era que choque hombros con Daryl dos veces. Le baje la mirada tímido a lo que fui burla de Glenn por dejarme intimidar por Daryl, pero para mi era respeto. No detuvimos en un largo pasillo, observando cada centímetro de la lujosa y hermosa casa a la cual habíamos sido invitados a entrar. Viéndonos las caras entre sí, aunque era algo común. Ya estaba acostumbrado a lidiar con las mismas actitudes y rutinas de mi grupo, de hecho no me molestaba en lo absoluto.

𝐄𝐒𝐏𝐄𝐑𝐀𝐍𝐙𝐀 ─𝐂𝐀𝐑𝐋 𝐆𝐑𝐈𝐌𝐄𝐒  ①Where stories live. Discover now