Cuarenticuatro: Mensajes.

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Charlie puso los ojos en blanco—: No han pasado menos de doce horas. Relájate. 

La atención de Charlie se desvió hacia las pinturas en las paredes. Siempre parecía entrar en un estado de fascinación cada vez que las miradas. Sus ojos azules estaban abiertos ampliamente cuando decidió abrir su habitación. Inhaló el aroma de su deliciosa loción. Ella no quería admitirlo, pero estaba loca por ese hombre. Su primera onza de esperanza de que fuese amor hacía que su cabeza diera vueltas. 

Su usual pared de indiferencia se agrietaba cada vez que pasaba más tiempo junto a Harry. Estaba volviéndose débil. A ella no terminaba de gustarle eso. Ahora su sonrisa era real y no falsa, y se alegraba genuinamente con tan solo oír su nombre. Mantuvo su sonrisa cuando trazó sus dedos sobre el edredón de su cama; la misma en la que había perdido su virginidad. 

Ahora estoy en el hotel. Hace mucho viento aquí y es molesto. 

Charlie rió—. ¿No has realizado ninguna transacción importante de negocios? 

Harry se sentó en su cama de hotel. No era muy fan de los colores que habían escogido para el hotel, pero había concluido que era demasiado tonto preocuparse por tal cosa. Tarareó para sí mismo mientras se desabrochaba el cinturón. Se quitó los zapatos y se recostó sobre las almohadas.

—Aún no. ¿Ya comiste? 

—No, acabo de alimentar a Dusty... Me siento muy sola sin ti —gimoteó.

Charlie subió a la cama de Harry. Las sábanas blancas eran cálidas y se confinaban a su cuerpo cada vez que exhalaba sobre ellas. Se removió antes de permanecer en una posición cómoda. No quería confesar que estaba haciendo el ridículo, pero no podía evitar involucrarse en todo. ¿Cómo podía su cama sentirse mucho más cómoda que la suya?

Deberías comer —Harry dijo.

—Vaya, yo también te extraño —Charlie gruñó.

Lo siento. Erica- —Harry paró en seco—, lo siento de nuevo.

—Ajá. ¿Qué ibas a decir? —Charlie presionó.

Observó el techo de Harry. Entrecerró los ojos ante el pálido color blanco, intentando encontrar alguna imperfección. Sin suerte, Charlie arrugó el gesto ante la conversación que tenía con su novio. La idea de Erica estando en su habitación le revolvía el estómago, al igual que el recuerdo de su sesión terapéutica que tenía el día siguiente. 

Nosotros cenamos en un restaurant —Harry le respondió.

Charlie pellizcó distraídamente los hilos sueltos de la funda de la almohada de Harry. No quería tener celos de algo tan increíblemente estúpido, pero su naturaleza le ganó. ¿Cómo debía reaccionar ante la única cosa que amenazaba su relación? (especialmente con su primer amor.) Charlie no era tonta para no notar la forma en la que Erica miraba a Harry cuando él no se daba cuenta. 

—Okay —Charlie respiró para calmarse—. Pero no están en la misma habitación, ¿cierto?

No, nena, no —casi soltó una risotada—. Estamos separados. Tenemos una reunión mañana temprano.

Charlie odiaba el hecho de que su "estamos" lo incluía a él y a Erica. Estaba ansiosa por dejar todo allí y estar con él, pero se recordó que estaba pensando como una novia psicópata. No era su culpa que quisiera despedazar a Erica y tirarla en un contenedor de sal. 

—Yo tengo terapia mañana, y no lo estoy deseando —Charlie decidió cambiar completamente el tema.  

Harry lanzó su reloj sin cuidado sobre la mesita de noche. Se levantó de la cama antes de quitarse los pantalones. Eran casi las seis y media, pero el sol ya estaba ocultándose. Harry apretó la mandíbula ante la vista. El verano estaba terminando y no le gustó la idea.

Heed ➳ h.s (español)Where stories live. Discover now