Seis: Este.

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Harry

Harry permaneció pacientemente detrás de los otros, esperando ver los resultados de su prueba. No le sorprendió ver a algunos de sus colegas llorando o chillando porque habían sido puestos en un puesto inferior.

Trazó los dedos sobre los nombres del tablón, riendo para sí mismo mientras descendía en la lista. Casi estaba alardeando, mirando los nombres más bajos primero antes de dirigirse a los primeros. Sonrió al ver el anunciado: "Harry Styles... 100%" En la cima del tablón.

La entera línea a sus espaldas gimió ante su sonrisa engreída, sus ojos aterrizaron en Charlie al caminar dentro de su cubículo.

Olvidé mirar dónde quedó, pensó.

No había visto su nombre en los más bajo, así que posiblemente ni siquiera hubiera figurado. Se mordió los nudillos, tratando de descifrar qué hacer. Había terminado con los impuestos de sus clientes, y realmente no tenía nada más que hacer ahí.

Sus ojos verdes escanearon la habitación, instalándose en su maletín. Exhaló profundamente antes de sacar el objeto. Sus grandes más fueron capaces de sacar el objeto encuerado, posándolo justamente en el centro del escritorio. Estuvo contento de ver que ninguno de sus posesiones había sido manipulado, y que el lugar dónde había guardado sus documentos no estaba forzado.

Él aún seguía rebobinando los horribles momentos del día anterior. Incluso había tenido menores ataques de pánico por ello, y le asustaba que volviera a ocurrir. Nadie jamás entraba en su cubículo, y la idea de que Charlie lo tomara como su nuevo hobbie le causaba sentimientos encontrados.

Lo odiaba, pero el mismo tiempo, el que pudiera ocurrir de nuevo le entusiasmaba. ¿Era porque así podría reportarla? No, no podía ser. Harry no era una persona morbosa e irracional. En realidad, era un chico bastante agradable al que tratar.

Se sentó en su silla de oficina, tomó uno de sus bolígrafos y abrió su diario. Ojeó las primeras tres entradas, encogiéndose al leer lo que había escrito.

—Buen trabajo —Charlie habló tranquilamente desde la entrada de su cubículo. Harry se congeló en su lugar y cerró los ojos momentáneamente antes de mirarla. Su garganta se secó de nuevo al verla usando unos negros pantalones ajustados y una camisa de botones apretada.

Se quedó callado mientras la observaba. Sabía que notaba su mirada, y por una extraña razón, le encantó. La intimidaba, dándole una ventaja. Le tomó un momento recuperar sus pensamientos y se mordió el labio para humedecer sus (claramente secos) labios.

—Gracias —dijo secamente, sabiendo que aún no era capaz de hablar con ella completamente. No quería malgastar sus palabras con ella, ya que ni siquiera había figuro en los mejores veinte.

Ella permaneció ahí, lo suficientemente irritante. (lo que parecía hacer siempre) Harry apartó los ojos de ella y los posó en su diario. No podía escribir con ella ahí, y sabiendo que podía saber para qué era ese libro, le complicaba las cosas.

Cuando Harry la miró de nuevo, se sorprendió al ver que ya no estaba ahí. Frunció los labios, ojeando su cubículo para descubrir que estaba recogiendo sus cosas.

No podía ser verdad.

Harry se levantó con rapidez, casi tropezándose con sus propios pies mientras intentaba inspeccionar sus acciones. ¿Eso era lo que quería, o no? ¿Entonces porque le afectaba que estuviera yéndose realmente?

Cuando estaba a punto de caminar por el corredor, una nota naranja llamó su atención. Giró la cabeza ligeramente, notando que era del mismo tipo que la que había dejado ese día.

Heed ➳ h.s (español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora