Capítulo 34 (parte 2)

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—¿Crees que esto funcione? —preguntó.

Necesitaba saber si él creía que aquello no era algo pasajero. Agustín levantó la mano y acarició su rostro. Volvió a besar la punta de su nariz.

—Apostaría mi alma a que si...

—Te amo...

—Te amo.

(Bueno, para ser mas específica ésta es la parte algo fuerte que les avisé en la parte anterior,si no la quieren leer nos vemos en el próximo capítulo)

Volvieron a besarse. Agustín posó sus manos en la delicada espalda de Ángela, y buscó el cierre de su vestido. Lo bajó delicadamente. Llevó la boca a su hombro derecho y lo besó delicadamente. Ángela hundió los dedos en sus cabellos. El pequeño bretel del vestido cayó hacia un costado y Agustín se encargó del otro. La prenda cayó al suelo delicadamente. Ella tenía los ojos cerrados, creyendo que así sentía todo más intensamente.

Entonces él la levantó en brazos, instintivamente Ángela colocó los brazos alrededor de su cuello y lo miró a los ojos.

Caminó con ella en silencio hasta llegar a un costado de la pequeña casita en donde se encontraba una cama, en la que apenas entraba una persona. Ángela la miró y luego volvió la vista a él. Iban a estar más que pegados en ese lugar. Acercó su rostro al de él y acarició su masculina mejilla con la nariz. Respiró profundamente para llenarse el cuerpo de su aroma.

Agustín la tendió delicadamente en la cama, que hizo un pequeño crujido ante el nuevo peso que llevaba encima. Ella simplemente lo observó allí parado. Él se quitó la camisa y se inclinó sobre ella volviendo a besarla.

Ángela comenzó a recostarse, llevándolo junto a ella. Agustín se posicionó cuan largo sobre el delicado cuerpo de la castaña. Pero trasladó todo su peso a su brazo derecho, para no llegar a aplastarla. La ropa interior de ella le mojó el pecho y entonces sin dudarlo, se alejó un poco y se lo quitó. Ella contuvo el aliento, y sintió que un suave calor le cubría aquella parte de su anatomía y corría rápidamente hacia sus mejillas. ¿Ahora sentía vergüenza? Luego de haberse comportado tan descaradamente hacia unos cuantos minutos, no se atrevía a mirarlo a los ojos. Sintió que Agustín le levanta la barbilla con el canto de su mano.

—No volverás a irte, ¿verdad? —le preguntó.

—No... —murmuró ella.

Él volvió a besarla, tomando hasta la última gota de dulzura de sus labios. Y Ángela sabía, sabía que jamás iba a poder dejarlo. Él estaba metido debajo de su piel, en su corazón.

El resto de las ropas que ambos llevaban terminaron silenciosamente en el suelo. Sus corazones latían al mismo ritmo, diciéndose todo sin decir nada.

Entonces Ángela rodeó aquellas fuertes caderas y Agusín entró en ella, sin dejar de mirarla a los ojos. Ella se aferró a sus hombros y un suave gemido se le escapó de los labios. Notó que él estaba tenso, ¿creía que podía hacerle daño?

—¿Te provoco dolor? —preguntó él preocupado. Lo más odiaba era saber que podía lastimarla... de la forma que fuera.

—Se siente hermoso —murmuró ella. Era la gloria, su cuerpo tan pesado encima de ella, su piel tan caliente, sus músculos duros y fluidos —Agus, no voy a romperme. No puedes hacerme daño...

Entonces él se enterró en ella. Ángela gimió su nombre y arqueó su cuerpo hacia el suyo. Elemental como respirar, era tenerlo en su interior. Jamás había sentido nada como aquello. Y era simplemente suyo.

En este acto tuvo el fugaz pensamiento de que nada en su vida volvería a ser lo mismo, jamás.

Y luego perdió su cuerpo, que se disparó por encima del borde, para caer en una lluvia de estrellas.

Él se dejó caer sobre ella pesadamente, y Ángela lo abrazó para luego besarle la frente que estaba a su alcance. Permanecieron unidos, entrelazados y sus respiraciones continuaron siendo agitadas durante un largo rato.

Agustín levantó la cabeza y la miró a los ojos. Se sentía el hombre más afortunado del mundo. Nada podía salirle mal.

—Ángela... ¿qué vamos a hacer respecto al futuro?

—Construirlo... juntos.

Él sonrió y la besó cortamente antes de volver a apoyar la cabeza en su pecho y escuchar los latidos de su corazón.

—Es muy novelesco esto de la hija del jefe y el peón de la estancia...

Ella rió entrecortadamente y acarició su espalda.

—Simplemente es nuestra historia.

Bueno, acá tienen la segunda parte, comenten si quieren que les dediqué la parte anterior o esta, espero que les haya gustado y nos vemos en el próximo capítulo.

Wild Horses-Adaptada-Angestín.Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum