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CAPÍTULO 60


—Bien chicas, ya les expliqué que logrando esto terminarán antes las clases de educación física —mis compañeras y yo nos reunimos alrededor de la profesora, escuchando sus palabras mientras calentábamos para lo que seguía—. Creo que ese es un incentivo suficiente. ¡Ahora a correr! ¡Quiero esos quince minutos completos! ¡Vamos!

Rápidamente nos incorporamos en la pista de atletismo para empezar con la actividad.

El trato era el siguiente: quien lograra correr un cuarto de hora sin detenerse, iría a la próxima clase para buscar su nota y adiós. No más educación física por el resto de nuestras vidas.

Esto será divertido...

—Dios, no puedo más —escuché a lo lejos. 

Rodando los ojos, me quité los auriculares. Por más que pusiera la música a todo volumen no podía evitarlo, seguía oyendo todo a mi alrededor.

—¡Vamos, Emily! ¡Mueve ese culo que no falta mucho! —le grité dándole ánimos. Ya muchas chicas habían abandonado. Incluso una casi se desmayaba durante el trayectoria.

Tal vez olvidé mencionar que apenas eran las dos de la tarde y el sol estaba pegando realmente fuerte hoy. Cualquier humano caería bajo estas circunstancias, más si no estaban en condiciones físicas óptimas.

—¡No puedo! —chilló agotada. Estaba toda sudada y su cara roja por el esfuerzo. En otras palabras, estaba hecha un desastre—. Siento que voy a morir.

Emily era excelente en todo lo que fuera yoga y pilates, pero en cuanto la sacabas de una camilla o colchoneta... Bueno, esto pasaba.

—Entonces detente, deja de correr y ve a hidratarte —le aconsejé al llegar a su lado. ¿Le llevaba una vuelta de ventaja? Interesante. Esperaba que nadie lo notara.

—Claro, porque esto es muy fácil para ti —bufó indignada.

—Cariño, estoy haciendo un esfuerzo enorme para que no se note nada raro y de verdad que es difícil, puedo sentir como mi cuerpo me empuja para seguir y aumentar la velocidad —mencioné con la mayor sinceridad de todas.

Había que ser sinceros, el cuerpo del hombre lobo era magnífico, constantemente te llevaba hasta el límite, te motivaba a no rendirte. Hablando de la parte física, claro.

—Está bien, yo me quedo aquí, tu sigue —jadeó—. Luego hablaremos de tu cuerpo sobrenatural —exclamó con dificultad, su respiración estaba muy agitada.

—Sí, señora —volví a colocar los auriculares en mis oídos y seguí corriendo.



¿Nena? —Matt atendió la llamada, se notaba confundido—. ¿No estás en clase?

—De hecho, sí, estoy corriendo —le expliqué entre respiraciones profundas. Me había aburrido y me dieron ganas de hablar con él—. ¿Tienes planes?

¿Necesitas que vaya por ti? —me quedé en silencio, esperando que respondiera mi pregunta e ignorando la suya. Suspiró—. No, hoy entro más tarde, un profesor está enfermo. ¿Voy por ti y venimos a casa? —odiaba que hiciera eso, pero a mí me divertía mucho, ya que él tenía la costumbre de responderme con otra pregunta la mayoría de las veces.

—Puedo ir caminando, no me molesta —entrecerré los ojos, el sol sí que molestaba, me estaba dañando la vista.

No, seguro estás con el bolso y la mochila. No creo que te agrade venir hasta aquí cargando eso y toda sudada —me sacó una sonrisa comprobar cómo me conocía—. ¿Necesitas que te lleve algo?

《Ambett》[AE#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora