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CAPÍTULO 10


Me desperté con el sol en lo alto del cielo, suponía que ya era algo tarde porque toda la habitación estaba iluminada.

El cuarto era hermosa, había cuadros y fotos que la noche anterior no había visto. La cama era una maravilla, de dos plazas y extremadamente cómoda, podría dormir con alguien aquí y no habría problema.

Me levanté despacio, estirándome.

Abrí el armario que estaba a mi derecha, tomé un jean y una remera mangas cortas, até bien mis zapatillas y salí al pasillo.

Era momento de explorar la nueva casa.

El recorrido me llevó al cuarto detrás de la cocina, completamente vacío se veía aún más amplio. Allí descubrí un pasillo que llevaba hasta la puerta del patio, otro baño y la que parecía ser la habitación de mis padres. Había una puerta más, pero estaba cerrada.

—¿Conociendo la casa? —me estremecí de pies a cabeza por el susto.

—¡Jesús! ¿De dónde saliste? —le pregunté a mi madre, no la había oído para nada.

—Del ático, hay una escalera plegable por allí —señaló detrás de su cabeza.

—Casi me matas del susto —reproché con la respiración agitada, en serio me había asustado.

—Lo siento, cariño. No me di cuenta que estabas tan distraída —con una mano sobre mi hombro nos dirigió hacia la isla de la cocina—. ¿Te preparo el desayuno?

—Claro —asentí—. ¿Qué hora es?

—Mmm son las 10:40. Tu padre vuelve a la una del trabajo —comentó viendo su reloj.

—Ok —tomé asiento—. Me encanta mi habitación, gracias —sonreí agradecida.

—De nada, hija. Fue el cuarto que más me costó decorar —suspiró exageradamente—. Quería que quedara perfecto.

—Y lo es, en serio Ma, gracias —sonreí aún más, mostrando mis dientes, estaba tan contenta.

—Me alegro muchísimo —me devolvió el gesto—. Oh, hay torta de chocolate en la heladera, sácala.

Salté de la silla en busca de esa delicia, esto no ocurría muy seguido. Sophia cocinaba muy bien, lástima que no solía tener mucho tiempo libre, así que cuando lo hacía, con mi padre nos volvíamos locos.

—Ahora si —colocó la taza humeante frente a mí—, cuéntame el resto del viaje, anoche no acabaste...

—Eso me recuerda algo —soplé la taza, el té estaba demasiado caliente—. ¿Me revisas la pierna? Ayer me lastimé y me curé como me enseñaste, creo que quedó bien, pero no sé —me encogí de hombros.

—Muéstrame eso —negó con la cabeza, ya estaba acostumbrada a mi torpeza—. ¿Por qué tus profesores no te revisaron?

—No les dije —murmuré incómoda. Si le contaba sobre el lobo era capaz de denunciar al colegio e ir por la cabeza de los encargados del campamento.

—Espero que eso no esté infectado o estarás en problemas, jovencita...



(...)


《Ambett》[AE#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora