11

52 24 0
                                    

Por primera vez en días me sentía más segura en el exterior. Pero aún era demasiado pronto para cantar victoria.

Dimos la vuelta al sector, por la parte externa del muro, hasta encontrarnos con Diego, Caela, Heans y Venus.

Corrí para abrazar a esta última y ella reaccionó al instante.

-Menos mal que estas bien - balbuceó más aliviada y yo le sonreí . Parece mentira todo el cariño que le había cogido en tan solo unos días, y ahora la sentía como si fuese mi hermana.

-Si, muy bonito. Pero no hay tiempo, hay que salir de aquí. -nos interrumpió Diego, ganándose una mirada furiosa de parte de Venus.

Sin entender nada, nos giramos para huir, pero nos encontrabamos con un grupo entero de policías apuntándonos con sus pistolas reglamentarias, y sentí la bilis hasta en la lengua.

-Pero mira quien anda traicionando a los suyos. - Paige encaró a Diego con desagrado, a lo que este no se atrevió a corresponder.

Venus suspiró aún mas furiosa que antes.

-Paige no hagas esto, por favor. - le imploré, guiando su mirada hacia mi.

-Tu te callas. No sabes lo que haces. - ladró bruscamente y permanecí apenada, sin conocer esta faceta de mi hermana.

-Ya está. Hasta aquí, no permitiré que esta zorra nos impida llevar a cabo el plan. - para nuestra sorpresa, Venus susurró lo suficientemente alto para que nosotros fuesemos capaces de escucharla. Se giró hacia Heans, quien se situaba a su lado, con la mano en el cinturón agarrando su escopeta de soldado.

Heans le sonrió asintiendo de inmediato las indirectas de su prima, y no tardó en girarse hacia Max para asentirle dos veces y este hizo lo mismo con Caela.

Mientras tanto, Venus seguía encarando a mi hermana, ganando un tiempo extra para adaptarnos al plan general. El cual  yo aún no estaba enterada.

Max que se encontraba a mi lado, se acercó un paso inclinandose ligeramente a mi oído , mientras yo observaba la cólera de mi hermana con la que se dirigía a Venus.

-A la de tres, te agachas. - sus palabras me dieron un cosquilleo por el oído y asentí suavemente como respuesta sin siquiera pestañear.

Diego intercambió algunos gestos con los demás , algo que yo no acababa de entender ya que no me atrevía a despegar la mirada de toda la tropa de guardias que nos encaraban armados. Parecía que ya tenían toda una misión planeada. Me indigné un poco sabiendo que lo único que aportaba iba a ser agacharme.

-Mira tu, niñata. Te diré lo que va a pasar. Tú te vas a pudrir en esa celda hasta el fin de los tiempos si hace falta.- se acercó lentamente hacia Venus y Diego no tardó en alertarse.

Venus se mordió el labio conteniendo varias palabras que le apetecía soltar en el momento, y así poder desahogarse, pero en vez de aquello se limitó a sonreírle y a alejarse un paso con aires de superioridad.

-¡YA! -exclamó y todos reaccionamos, movilizándonos de alguna manera.

Me agaché obedeciendo las ordenes de Max y vi como estos habían sacado armas de dentro de la chaqueta o del cinturón. En cuanto a Diego, galopaba hacia atrás hasta llegar a una de las camionetas policiales. Logró montarse en una de ellas, se movió agilmente para arrancar y aceleró el vehículo hacia nosotros, serpenteando por la tierra  para forma una masa de polvo en el ambiente, desorientando a todos los presentes.

En el momento que derrapó a nuestro lado, Venus y yo nos miramos a la vez, para después esquivar varios guardias hasta llegar a la parte delantera del coche.

El arte de portarse malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora