Incognito

2 0 0
                                    

-Te lo podríamos explicar un poco mejor si Venus estuviese aquí. - sonrió nerviosa Caela a mi lado.

-Yo le pedí que hiciese esto, lo siento. -Impuse yo de inmediato.

-Yo sinceramente, solo quería desayunar. -comentó Max inutilmente.

-Como no, Venus. - susurró para si mismo totalmente cabreado. Diego estaba al filo de las escaleras estático, respirando con fuerza y tratando de contener la ira de alguna manera. -¿Acaso me hacéis caso cuando hablo? O soy una mierda en este equipo. Decídmelo, porque quisiera saberlo.

-Me da que lo segundo. -la peliblanca decidió aprovechar la situación para meter leña al fuego y provocarle.

-Tu será mejor que te calles. - la señaló escandalizado.

Todos permanecimos en silencio mirándonos unos a otros. Pensé que ninguno se esperaba una reacción tan impulsiva de su parte, siendo alguien tan racional y metódico como Diego. Pero de alguna manera eso solo nos intimidó un poco más.

-No se que coño voy a hacer con vosotros de verdad. Esto empieza a ser exasperante. - se frotó los ojos con las palmas de sus manos y me comencé a sentir responsable por ello. - Y DONDE ESTÁN VENUS Y HEANS.

Caela levantó el dedo para hablar, cohibida igual que el resto temiendo que de alguna manera consiga enfadarlo más.

-Se han ido a investigar.

-A investigar. - repitió con un tono irónico.  - La han esposado y se han ido a investigar. - empezó a reírse sin motivo.

-Eso es bueno ¿no?

-Bien ya vale de jugar a las casitas. Se ha terminado. Vosotros os quedais aquí, ni se os ocurra moveros u os mataré, lo juro.

Comenzó a dar vueltas por la sala buscando alguna chaqueta, supuse que preparándose para ir en busca de Vee y Heans.

-¿La habéis cacheado antes de esposarla? -nuestra clara confusión en las caras dió una respuesta más que evidente - Por supuesto que no... Bien, Max y Liza, revisad que no tenga nada encima y requisais cualquier artilugio extraño. Caela, te encargas de guardar todo en bolsas, incluidos los suministros.

-Espera, ¿nos marchamos?- me levanté de mi asiento atreviéndome a protestar.

-¡Si Liza, nos marchamos!. ¿Y sabes porqué nos marchamos? Porque esta mujer que veis aquí está en busca y captura. Por lo que por tu parte es un inconveniente muy gordo. Ah y el hombre que lo está buscando es Jhonson, no creo que quieras añadir eso a tu lista de preocupaciones. - gritó completamente fuera de si y desapareció por la puerta.

-Joder, no lo conozco mucho pero nunca lo había visto tan cabreado. -se instaló una piscina de culpabilidad en mi pecho mientras Caela murmuraba a mi lado.

-Liza, ahora en serio. ¿Por qué arriesgar la vida de todo el equipo por esta mujer? Pretendía mantenerme al margen pero cada vez me lo pones más difícil. - Max apartó una silla para acomodarse a mi lado. Le devolví un suspiro y miré al suelo avergonzada.

-Yo solo pensaba...

-En ti misma. - Terminó por decir la supuesta madre de Dekan. -Lo mismo que hiciste al escapar de prisión. Has condenado a tu pueblo Elisabeth.

-¡Y tu qué sabrás! - los ojos me escocían de la frustración, y la encaré directamente sabiendo que tal vez tenía razón sobre esta situación, pero jamás la tendrá en torno a su hijo. Me levanté de mi asiento y me mantuve firme tratando de defender mi reputación y seguramente la dignidad y el honor de él.- ¡Yo jamás habría pensado en dañar a Dekan! En cambio usted... - acerqué mi mirada hacia la suya incapaz de sentir algún tipo de respeto incluso sabiendo su identidad. -Si tan empeñada está en aceptar esa mentira como un hecho, quizás haya tenido algo que ver en su muerte. - Escupí el veneno totalmente alterada. A mi lado, Max y Caela observaban cautelosos, habiéndose levantado junto a mí y en algún momento sentí un brazo en mi hombro tratando de hacerme retroceder.

-Lo sé. - fue lo único que respondió contrastando mi frustración con una tranquilidad perturbadora. Sus ojos todavía amenazantes ya no poseían ningún tipo de tono burlesco, solo...vacío.
Tragué en seco, temiendo saber lo que eso significaba y evité el dolor de mi corazón estrujándose en mi caja torácica. Retrocedí un paso, frunciendo el cejo, situandome justo entre mis dos compañeros de equipo quienes parecían preparados para intervenir en cualquier momento.

-Sé que no mataste a Dekan. - suspiró ella y yo hice lo mismo hacia mis adentros. El alivio no era profundo, pero sí notable.

-Entonces... ¿Quien ha sido?- forcé la voz para hacer sonar esas palabras con un severo temor de escuchar la respuesta.

-Tal vez si me soltaseis fuese más generosa con la información.

Entrecerré los ojos tratando de procesar el momento, y noté a un lado a Max negando con la cabeza en total desacuerdo. Y tenía razón. Actué demasiado a mi favor y todas mis decisiones repercutían a todos ellos tanto como a mi. Era inútil.

- Ya está bien. Trata de jugar contigo usando tu maza más débil Liza. - Caela enfrentó la mirada hacia la suya, añadiendo un apoyo a mi defensa. - Como sigas soltando estupideces inútiles, pensaré seriamente en coserte la boca o cortarte las cuerdas vocales. - Amenazó a mi lado, lo cual me sorprendió un poco. Y quizás a Max también, ya que notaba su mano tensarse sobre mi hombro.

-Podréis amenazarme todo lo que queráis, pero por muchas vueltas que deis por el mundo, Johnson os encontrará. Tiene suficientes recursos para ellos. - alegó de vuelta, su defensa no tenía ningún fundamento, dando por hecho que ella también estaba en busca y captura. - Sin mi ayuda, no sobreviviréis.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 01, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El arte de portarse malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora