BRING HIM BACK ༄ MARVEL

•CAPÍTULO 23•

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•CAPÍTULO 22•

DECISIONES CLAVES

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Pietro se acercó a su padre, aún sujetando con fuerza a América. Ella estaba quieta, sin oponer resistencia, no le serviría de nada, el chico era más rápido y fuerte de lo que ella era, además ella no tenía conocimiento alguno de defensa personal.

La tenían acorralada y al parecer ninguno de los mutantes o siquiera los Vengadores podían hacer algo al respecto.

—¿Ves todo esto, nenita? Es el futuro, únete o muere —escupió el peliblanco con rudeza.

Empujó a América para que se arrodillara frente a ellos, ella alzó la mirada para poder verle.

—Mátenme, no pienso unirme a ustedes, malditos psicóticos —respondió.

No sabía de dónde había sacado la valentía para decir aquello, pero lo dijo. Se sentía orgullosa de ella misma, estaba al borde de la muerte, frente a los que estaban haciendo un caos masivo, pero al parecer podía ser ruda.

Pietro le dio una bofetada a la chica frente a él, haciendo que su cara giré hacia un lado. Eso le gustaba, poder desquitarse con las personas, por todo lo que le habían hecho a él.

Ella no sabía que decir o hacer en esos momentos, debido a esa acción entendió, que por más que ella no vaya a unirse al bando de ellos, no la iban a matar tan fácilmente.

La sonrisa ladina que Pietro hizo le confirmó sus peores miedos. Volvió a sujetarla del brazo mientras él y los demás secuaces se iban del lugar.

[...]

—Capitán, debemos hacer algo —se escuchó por el intercomunicador.

Steve observó todo el panorama.

—Nosotros no podemos hacer mucho, hay demasiados civiles, así como acaban de matar a todas esas personas pueden hacerlo con ellos —respondió él y suspiró pasando entre las personas—. ¿Profesor? ¿Ustedes no pueden actuar?

Steve mantuvo la distancia de donde Magneto y su séquito estaba, si lo reconocían sabía que iban a intentar actuar contra él.

—Lo lamentamos Capitán, pero no podemos controlarlo a él. Tiene el casco que no permite que lleguemos a su mente —el profesor Xavier se disculpó.

El rubio bufó y prestó atención a lo que sucedía, podía sentir y escuchar el nerviosismo de la gente, el miedo que ellos estaban provocando a la multitud y como ellos no podían hacer nada para evitarlo.

Buscó a Wanda con la mirada, pero no la encontró, sabía que estaba muy bien oculta. Si la llegaban a encontrar lo más probable es que fuera prisionera y quizá hasta la mataran por traición. No sabía lo que aquellas personas eran capaces o más bien, si sabían lo que podían hacer y por eso les temían.

—Equipo, Mutantes, tienen a América —él dijo al ver como Pietro la llevaba junto con Magneto.

Todos presenciaron como el gemelo malvado abofeteaba a la indefensa chica. Todos conocían que ella no tenía poderes.

—Steve, hay que actuar —Natasha dijo desde la posición donde ella estaba.

Camuflada también entre las personas. Estaba mucho más cerca que ninguno de sus compañeros. Podía ver la mirada de América y como Pietro parecía estar lleno de odio, más que dispuesto a asesinarla.

—Profesor —él dijo, era una misión compartida y no podían pasar por arriba de ellos.

Charles Xavier, desde el edificio de los Vengadores, estaba dudando mucho que hacer. Si, podían salvar a América, pero ¿cuántas vidas pondrían en riesgo por solo una? ¿Debían velar por el bien individual o grupal?

—Señor, se la están llevando, permiso para atacar —Natasha habló.

Todos quedaron expectantes, cada uno, desde sus distintas posiciones estaban viendo como Pietro arrastraba a América lejos del escenario, la oportunidad estaba, quizá fuera ese el mejor momento para recuperar a la muchacha con vida, ninguno tenía certeza si podrían hacerlo luego o si siquiera podrían hallarla una vez que ellos se fueran.

Veían como todos los de ese grupo estaban saliendo de allí, siendo escoltados por otros mutantes. Xavier pudo reconocer a muchos de ellos y las habilidades que ellos tenían.

La mayoría de ellos, al igual que Magneto, tenían un casco que no les permitía ser controlados por él o por otro telépata. Habían estado planeando ese ataque desde hace años y años, no iban a dejar vencerse tan rápido.

Aquello hizo que el profesor finalmente decidiera que es lo que tenía que hacer, no le quedaba más tiempo.

—Permiso denegado, nadie haga absolutamente nada —dijo Charles Xavier y todos obedecieron.