•CAPÍTULO 16•

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•CAPÍTULO 16•

HERMANDADES 

Y FUTURAS 

MISIONES 

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Wanda y Pietro siguieron a su padre de cerca. Él no los apartaba de su lado. Ninguno de ellos sabía la razón exacta de eso, quizá Magneto pudo ver a unos buenos aliados en sus hijos o quizá sólo estaba viendo como deshacerse de ellos.

No sabía que pasaría hasta que llegaron a donde era el escondite y pudieron entender más el propósito que Magneto tendría.

—Sean bienvenidos a la hermandad de mutantes malvados —hizo un ademán con los brazos enseñándoles todo el lugar.

Ellos miraban los alrededores curiosos de donde se estaban quedando aquellas personas, parecía un galpón viejo, pero no estaban seguros.

Sin embargo, entendían que no iban a permitirse estar en un lugar demasiado elegante, sabiendo que eran buscados por todos lados, se preguntaban cómo era que aún no los habían encontrado.

—Muchas gracias por aceptarnos —Wanda habló con su característico acento.

Erik pensó que eso le recordaba mucho a la madre de ellos. Pero prefirió no decir nada con tanta gente allí presente.

—Son mis hijos, nunca podría negarles nada —él habló pareciendo casi un padre, claro que evito la parte donde los dio a una organización malvada esperando que los matasen—. Siéntanse como en casa.

—Casa —Pietro murmuró en voz baja—. Nunca hemos sabido lo que es eso, o como se siente.

Se sintió pequeño en ese momento, pero había dicho una verdad.

Él ya no conocía lo que era tener un hogar, a él le habían arrebatado el suyo, al menos los recuerdos falsos que tenía de un hogar, ellos crecieron encerrados en laboratorios siendo un conejillo de indias para luego ser parte de un grupo que al principio odiaba.

Parecía hasta casi irónico aquello. Había confiado en tantas personas que al final lo decepcionaban, quería creer ahora en su padre y que él los conduciría hacia lo mejor de su vida.

Ya no salvaría a las personas de los villanos, él mismo se había vuelto uno de ellos. Estaba harto de que siempre eran los héroes los que debían morir, ser mártires y nunca ser reconocidos para siempre.

El mundo le daría sus cinco minutos de fama una vez que ellos estuvieran muertos, ¿pero luego qué?

Nadie recordaría al pobre chico con cabello platinado que había salvo a su compañero y a un niño, quien había ayudado a salvar a su país. Jamás le reconocerían por eso.

Además, el mundo era un lugar injusto y oscuro. Él había sufrido mucho, ya se había cansado de sufrir.

Le había dado una segunda oportunidad de regresar a esta vida, ya no sería un secundario en la historia de alguien más, él sería el protagonista de su propia historia. El villano que será recordado por niños y grandes, uno digno de formar parte de la historia.

[...]

América miraba la pantalla de su teléfono celular, Nathan Summers le había escrito para verse esa tarde. Ella no tenía ganas. Estaba desanimada por todo lo que estaba ocurriendo, no tenía ganas de lidiar con chicos en estos momentos.

Quería pasar encerrada en su habitación sin que nadie la molestase, pero sus deseos no fueron escuchados y sintió como golpeaban fuertemente la puerta de su habitación. Sabía que no sería ninguna de sus compañeras por lo que no abrió, decidió fingir que no estaba. Quizá la persona luego de intentar por un rato se terminaría yendo.

Pero los golpes eran cada vez más insistentes.

—América, sé que estas ahí —era la voz de Logan detrás de la puerta—. Abre y te prometo que conservarás la puerta, de lo contrario la voy a romper y hacer añicos.

Ella, al saber cómo era Logan, decidió levantarse y abrir.

Él asintió al verla. —Hazte a un lado, hablaremos —pasó a su lado sin importarle si ella le daba su consentimiento o no para que pasara o si quisiera hablar con él.

Bufó y cerró la puerta, no valía la pena discutir con Logan, no hoy. Él, como si fuera su propio cuarto, fue y se recostó en la cama de ella además de sacar un puro.

—El profesor no nos permite fumar en las habitaciones —ella dijo.

—Esa regla es para ustedes, no para mi —se encogió.

Estaba claro que aquello era una mentira, le molestaba que Logan hiciese lo que quería sólo por ser un adulto y amigo del profesor.

—Claro que no, es para todos —frunció el ceño.

—Que la sobe el profesor, se me antoja uno —volvió a encogerse.

América odiaba que la gente hiciera eso, le parecía una muestra tan obvia de indiferencia que simplemente no le gustaba. Asintió a las palabras de Logan, no lo haría cambiar de parecer por lo que decidió ir a abrir las ventanas.

Logan la observaba pasearse por su habitación sin saber muy bien por donde comenzar. Se sentó y suspiró.

—Mira niña, antes que nada, esto no es tu culpa sino más bien la de esos agentes que se creen los mejores del mundo solo porque la gente los conoce —bufó—. Si mal lo recuerdo nosotros existimos desde hace mucho más y somos más poderosos...

América lo interrumpió. —Logan, no te desvíes.

—Bueno, es que me enoja —dio una calada—. Okay, volviendo al tema, han visto a Magento, ¿sabes quien es? —ella asintió—, bien, lo vieron con los niños esos, al que ayudaste a, ya sabes —hizo unas señas con sus manos.

Ella entendió a quienes se referían, por lo que también entendió que ellos se habían juntado. Lo que había visto en el edificio de los Vengadores, estaba sucediendo, había pasado.

Aquello a lo que todos temían, supo que no sería bueno nada que siguiera a continuación, por algo Logan estaba aquí, por algo parecía tan estresado consigo mismo.

—¿Por qué me cuentas esto? —preguntó luego de un silencio.

Logan la observó por unos segundos, parecía que disfrutaba el hecho de saber cosas que ella no, le divertía ver las muecas que ella hacía.

—Porque, señorita, tendremos una misión tu y yo —sentenció dejando a una América bastante perpleja. 

BRING HIM BACK ༄ MARVELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora