Alguien muy terca y alguien muy celoso

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¡Al fin! ¡Es sábado! Lo que significa que no tengo que hacer absolutamente nada más allá de alimentar a mi primogénito. A pesar de acostarme a las 5 de la mañana, Shura me permitió dormir hasta las 12 del mediodía por petición de Mila, y eso es muchísimo. Shura llegó aquí a la casa como a las 10 del hogar de la pelirroja.

Lancé un largo chillido a la hora de estirarme para estar preparado para el día de hoy, me gustaría saber que es verdad que no haré nada, pero vamos, tengo un hijo de 5 años. La puerta de la habitación se fue abriendo lentamente con una cabeza de cabellos miel asomándose por ella.

— ¡Buenos días Shura! — el niño terminó de entrar a la habitación — Ven — lo llamé y casi al instante, salió disparado con su pijama puesto hacia mí, se subió a la cama como pudo y se me pegó como una garrapata.

— ¡Papi!

— ¿Te divertiste con Mili? — pegunté mirando esos ojotes.

— ¡Sí! ¡Ella y Sara son muy divertidas! — se me hizo un poco extraño escuchar eso, Mila siempre era un poco callada, pero cuando estaba con su novia las cosas cambiaban.

— Me alegro qué lo hayas pasado bien — acaricié su cabeza. Sentí mi estómago rugir — ¿Me acompañarías a hacerme el desayuno? — el pequeño asintió con entusiasmo. Ambos nos levantamos de la cama y nos dirigimos a la cocina.

Senté a Shura en el mesón de la cocina, él tambaleaba sus pies demostrando una vez más lo hiperactivo que es. Coloqué dos rodajas de pan en el tostador, saqué la mantequilla y la mermelada.

— ¿Qué te gustaría hacer hoy hijo? — pregunté ordenando el mesón para prepararme el desayuno.

— ¡Vamos a ver a Yuui! — Umm, no, creo que no, mi mente está en caos aún, temo de verlo y querer terminar lo que no pasó entre nosotros...

— Umm, Yuuri tiene que estar en el hospital todavía... — Shura puso esa mirada de cachorro que siempre me convencía de hacer cosas que no debía hacer por equis razón — Dije que no, él debe descansar Shura.

— ¿Y si vamos al parque?

— Bueno, eso suena un poco más razonable... — toqué mi barbilla, un día en el parque no sonaba del todo mal.

— ¡Yei! — chilló levantando sus dos bracitos.

— Déjame desayunar, y nos vestimos, ¿de acuerdo? — el niño con un brillo en sus ojos asintió y de un salto se bajó del mesón casi cayéndose al suelo. Lancé un suspiro al ver que no se hizo daño.

— ¡Hay que irnos Papá! — gritó Shura desde la entrada de la casa, impaciente como siempre

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— ¡Hay que irnos Papá! — gritó Shura desde la entrada de la casa, impaciente como siempre.

— Sí, sí, ya voy, ya voy — salí del cuarto acomodándome la chaqueta. Antes de llegar finalmente hasta la puerta, revisé la cocina y ambas habitaciones; todo en orden. Fui dónde se encontraba el desesperado niño — ¿A dónde crees que vas sin tu gorro? — agarré los dos gorritos que estaban colgados juntos, estiré el más pequeño y se lo puse forcejeando un poco, luego me puse el mío.

You Found Me, YuuriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora