¡Saca tus manos inconscientes de mi cuerpo!

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El ruso mentiría si dijera que no pasó el día entero pensando en lo que Yuuri hizo en el auto más lo que dijo Hiroko, y eso no estaba ayudando a su desempeño como empleado. Un poco avergonzado, Viktor se tuvo que quedar limpiando mientras que Yuuri atendía las mesas puesto que en la mañana derramó dos tazas sobre desafortunados clientes.

Hundido en sus pensamientos, al otro lado del café, un cliente alzó su voz, alertándolo.

 —  ¡¿Qué es esto?! — refunfuñó — ¿¡Acaso no sabes que el café se toma caliente?! — el ruso miró hacia donde provenían los gritos y resulta que un señor le estaba gritando a Yuuri.

— L-Lo siento, le traeré otro — habló el castaño cabizbajo, el desagradable señor le tiró el café encima Yuuri.

— ¡Mírame cuando te hablo! ¡¿Hay algún buen mesero en esta basura?! — algo en Viktor se calentó, algo le produjo rabia, ver cómo alguien trataba así a un mesero tan bueno y dulce como Yuuri lo sacó de sus casillas y claramente, no dejaría las cosas así.

Con una sonrisa, se dirigió a la mesa donde se había formado el escándalo.

— ¿Puedo ayudarlo en algo caballero?

— ¡Claro que sí! ¡Este bueno para nada primero se equivoca en mi pedido, tarda media hora y luego me trae esto frío! ¿¡No tienen mejores meseros?!

— Oh, no señor. Él es nuestro mejor mesero, si no está contento con nuestros servicios, hay una puerta muy grande a su derecha — si hay algo que caracterizaba a Viktor, era su capacidad de ser pasivo agresivo. Lamentablemente, el peliplatiado estaba muy ocupado con el señor como para poder apreciar la expresión de Yuuri en ese glorioso momento.

— ¿¡Uh?! — el violento cliente se levantó abruptamente del asiento, acercándose y acortando ridículamente la distancia para intimidar al ruso, cosa que era casi imposible, y aunque el caballero le obligaba a subir la mirada, Viktor no sentía nada.

— Como dije señor, si no está contento con nuestros servicios, es una pena, pero hay una gran puerta y otro café como a 2 cuadras, si lo desea, le doy la dirección.

— ¿Sabes? ¡hoy he tenido un mal día! ¡Y no quiero lidiar como idiotas como ustedes!

— Insisto señor, váyase, o tendré que llamar a la policía por disturbios en propiedad privada.

— ¿¡Acaso eso es una amenaza?! — impacientado por la actitud calmada de Viktor, el hombre agarró el cuello de su camisa, arrugándolo, y eso sí fue algo que le molestó puesto que pasó toda una noche planchando ropa.

— Me temo que sí.

— ¡Eres un maldito...! — el cliente alzó su puño.

— ¡Viktor! — chilló Yuuri.

Si había algo que nadie sospechaba, era que Viktor se manejaba en la disciplina de la defensa personal. Nunca se había tenido que defender en este trabajo, en el otro tantas veces como granos de arena en el mar, pero aquí jamás.

Ágilmente, sujetó la mano del caballero, doblando su muñeca hacia arriba, un quejido salió de sus labios, pero a pesar del dolor que podía sentir, insistió en intentar frenar al calmado ojiazul quien ya aburrido de todo el ruido que él hacía, dobló su brazo y lo estampó contra la mesa.

— Bueno, espero que haya quedado más que claro señor, cuando alguien le dice que se retire, usted se retira — regañó entre dientes doblando gradualmente el brazo — cuando usted abusa de los demás, los demás también podrán abusar de usted, así que le ruego, que se vaya en este instante.

You Found Me, YuuriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora