O4- Secretos de jardines ; one-shot

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                        Siduri le había enseñado muchas cosas desde su llegada al Zigurat

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                        Siduri le había enseñado muchas cosas desde su llegada al Zigurat. Desde saber entonar canciones ligeras hasta de cómo crear cestas en compañía de los ciudadanos; desde preparar platillos sencillos hasta escribir poesía. Siduri le había dado conocimiento de varias cosas que se acostumbraban a realizar en Uruk, convirtiéndolo en una persona de más conocimiento que felizmente lo utilizaba.

     Gilgamesh se mostraba alegre de ver a su amigo acostumbrarse a las actividades típicas de su reino con una sonrisa tan amable sobre sus delicadas fauces, denotando gusto por lo aprendido en sus palabras cuando le contaba todo lo que había hecho en el día. Solo había una cosa a la cual Gilgamesh se demostraba confuso. Muy precisamente cuando Enkidu corría frente a él sin emitir palabra y desaparecía por los pasillos del palacio. Muchas veces le preguntó a dónde iba, pero este solo sonreía con pureza y tonos juguetones que le hacían suspirar y dejarle pasar el no haber respondido o no haberse detenido. En las noches le preguntaba, pero este se llevaba el dedo a su labios, siseando levemente mientras que una sutil risa de escapaba por estos. Él inmediatamente fruncía el ceño, preguntándole cuáles eran esas formas de mostrársele a su rey, aunque nada de eso duraba mucho, gracias a que Enkidu le hablaba tan cariñosamente que parecía imposible reprocharle.

     Sentado aburrido sobre su trono, el rey leía las peticiones en las tablillas en compañía de Siduri. Todo era silencioso, hasta que los pies descalzos de Enkidu se oyeron correr hacia donde estaba. Gilgamesh levantó la vista, observando la carrera que daba el joven de hebras verdosas.

   —¿Qué es lo que vas a hacer, Enkidu? —preguntó tan testarudo como siempre, apreciando cómo su amigo le miraba sonriente y aires traviesos.

   —Es un secreto, Gil.

     Y como últimas palabras, continuó su correr hacia los pasillos del Zigurat. El rubio dejó la tablilla junto a las que ya había leído, posando su rojiza mirada en su asistente, quien se mostraba enternecida y divertida a la situación que llevaba semanas pasando en el palacio. Gilgamesh no se ahorró molestias o disimulación, él no necesitaba tener cuidado alguno con cosas tan mínimas para su gran persona, menos si Enkidu pasaba a estar en el tema de su interrogante, por lo que sin mucho rodeo, habló:

Tell me | gilkidu one-shotsWhere stories live. Discover now