Capítulo 25: Volviendo a la academia

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20.02.2018 Laura

L: Gis... no me lo puedo creer... que estamos otra vez aquí... es muy fuerte... – confesé con la voz entrecortada entrando en los estudios agarrada a su brazo.

G: ¿Puedes dejar de llorar? – me recriminó dulcemente – Vaya como te tienen las hormonas, mujer.

L: Uf, si tú supieras – sonreí con malicia entre la emoción.

G: No, no quiero saber. Te he entendido perfectamente.

Noemí y Manu nos condujeron a plató para un ensayo general de la gala de presentación donde cantaríamos nuestra primera canción en la academia, la de la gala 0, en mi caso Lía de Ana Belén. Después de la emisión nos llevarían a la casa. Lo único que sabíamos era que los dieciséis dormiríamos en la misma habitación y eso nos alegró a todos menos a una persona: Gisela que seguía sin hablar con Busta.

L: Tía, en serio, haz un esfuerzo, dialoga, comunícate... No es bueno para nadie esto – le pedí en maquillaje.

G: ¿Te recuerdo hace un año y medio en los documentales que no te hablabas con David?

L: Pero lo arreglé al día siguiente – le recordé.

G: Ya, ya. Intentaré solucionarlo, te lo prometo. Oye, ¿Vais a hacerlo público aquí, no?

L: Supongo.

G: Te lo digo porque no creas que puedas disimularlo mucho más. Se te ve una tripita incipiente bajo el jersey. Y todavía no lo has anunciado.

L: Ya, ya. ¿Me acompañas al camerino? – le pregunté viendo que ya le habían acabado de rizar el pelo y a mí de ondulármelo.

Entramos en el amplio camerino de las chicas. Dentro solo estaban Núria y Rosa que charlaban animadamente mientras se subían a unos altos tacones.

NF: Chicas, va – nos mandó prisa con su característico acento malagueño – Que sois las últimas. Que esto empieza ya.

Me quité el jersey sin importar que estuvieran mis compañeras. Ellas no sabían mi nuevo estado todavía. Nuestra intención era decírselo a ellos esa misma noche cuando las cámaras nos hubiesen dejado descansar, pero una exclamación de Rosa me desmontó los planes.

RL: Lauri... ¿Estás... estás... embarazada? – preguntó con miedo. Asentí escondiendo una tímida sonrisa – ¿De David, no?

L: Sí. Es un niño. Estoy de cuatro meses. Os lo íbamos dar la noticia esta noche, pero os habéis dado cuenta.

NF: Tía, es que se te nota en la cara, en los ojos, en la tripita... ¡No nos lo podíais esconder más! ¡Rosa! ¡Seremos tías! – comenzaron a saltar emocionadas – ¡Gis! ¡Tú también! – viendo el poco entusiasmo de la catalana la estiró de un brazo para levantarla de la silla y unirla a su celebración – ¿Gis? Estás rarísima.

G: Yo ya lo sabía. Estoy muy contenta, de veras. Me encanta la idea de ser tía de un mini ricitos, no os penséis que no, pero me preocupa Busta ahora mismo...

RL: Uy... iros cambiando, por favor, que no llegamos. Y cuenta, cuenta, Campanilla que quizá podremos ayudarte.

Gisela y yo nos cambiamos de ropa mientras mi sister les contaba la aventura que había tenido con el cántabro en la última quedada colectiva y lo que echaba de menos volver a llevarse bien con él.

NF: Pues él tiene muchas ganas de recuperarte, aunque sea como amiga. De verdad, Gis, hablad. Laura tiene razón. Necesitamos que tengáis buen rollo y vosotros también lo ansiáis. Oye, dais envidia. Estáis ideales.

Dejemos el pensar atrásWhere stories live. Discover now