Capítulo 1: ¿Destino o casualidad?

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11.9.2017: Laura

¿Me dejarás de querer?

La misma pregunta cada 11 de septiembre desde hacía ocho años resonaba en mi cabeza impidiéndome ver la realidad con claridad. Apoyada en el lavabo de esa casa que nunca haría mía, deseaba que las lágrimas no se apoderaran de mi autocontrol.

"¿Por qué, David? ¿Por qué ahora? ¿Por qué no podemos cerrar definitivamente esta herida?"

Me pasé las manos por la cara intentando aserenarme. Notaba los ojos humedecidos ya. Respiré hondo varias veces y atrapé al vuelo una lágrima rebelde que logró escaparse. Unos golpes en la puerta me recordaron que no estaba sola.

Carlos (C): ¿Laura? ¿Estás bien?

Laura (L): Dame un segundo, por favor.

Me retoqué el maquillaje a rayos luz y salí del baño aparentando normalidad. Carlos me esperaba en el umbral de la puerta del dormitorio principal. Él había sido mi ángel de la guarda, la persona que me había hecho recuperar la fe en el amor, o eso creía. El inacabable recuerdo de David me atormentaba día a día. Demasiadas vivencias en un pasado.

C: ¿Quieres ir a buscar a Adrián o llamo a la canguro? – me preguntó abrazándome por el cuello y dejando un suave beso sobre mi pelo.

L: Ya voy yo.

Padre de familia numerosa, viudo desde hacía seis años, empresario entregado a sus hijos y su trabajo. La vida no me había podido dar mejores regalos en esos últimos meses: trabajo, amor y salud. El reciente desengaño de finales de 2016 me había dejado hecha polvo y la aparición de Carlos en mi vida había sido un soplo de energía y esperanza. La única pega: la obsesión bisbalera de sus hijas gemelas de 17 años, dos niñas repelentes y caprichosas llamadas Virginia y Victoria apodadas por una servidora y sus amigas las gemelas V que no toleraban demasiado mi presencia por ser simplemente la ex de su ídolo.

Salí del chalé de Majadahonda dirección a la escuela donde Adrián había empezado a cursar segundo de primaria. Se había convertido en mi ojito derecho y el cariño que le había cogido había sido inmenso en cuestión de meses o incluso días. Sintonicé Cadena Dial y reconocí al instante los primeros acordes de la canción. Su voz, dulce, cálida, inolvidable. Mis ojos volvieron a aguarse.

"¿Por qué? ¿Por qué ahora? ¿No habíamos escrito un punto final en nuestra historia?"

-Es tanta la lejanía que se siente cuando has querido a alguien con toda tu pasión...

Esa frase de El Alma en Pie se clavó en el corazón como un puñal. ¿Era cierto lo que decía? ¿Hay lejanía? ¿Hay un vacío en nuestro interior? ¿Qué sentimientos me deparaba David? Suspiré fuertemente cambiando de emisora. La música de Alicia Keys logró calmarme un poco. Aparqué cerca de la escuela y poniéndome las gafas de sol, salí. Me encaminé hacia la salida de ciclo inicial y ahí esperé pacientemente a que Adrián apareciera. Revisé las notificaciones del móvil y encontré un WhatsApp que no esperaba recibir. Conocía el número, conocía la persona y deseaba que durante un año no tuviera que enfrentarme a ese fantasma que no conseguía desaparecer de mi cabeza. Suspiré y levanté la vista hacia los distintos padres.

"¿Qué es eso? ¿Una broma?"

Mi mirada se cruzó con la de la víbora, florero, aprovechada, vividora, como le queráis llamar. Rosanna estaba ahí esperando a que saliera alguien también. Intuí que debía ser Ella. No mantuvimos los ojos fijados la una en la otra más de dos segundos. El odio y la tirria que nos teníamos eran muy agravados. Adrián salió corriendo junto a una niña que reconocí al instante. Esos rizos y esa energía la delataban. Indiscutiblemente, se trataba de Ella, mi pequeña gran Ella.

Dejemos el pensar atrásWhere stories live. Discover now