Capítulo 17: Desaparecer

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Laura 6.10.2017

Había desaparecido de Madrid hasta nuevo aviso. Solo Gisela, Ro y mis padres conocían mi paradero. Estaba cansada de los prejuicios, las mentiras y las informaciones que circulaban acerca del sábado (y lo que no era sábado). Las únicas apariciones que seguiría realizando serían en Tu cara me suena. Había cancelado mi intervención en Zapeando y no tenía ánimo de ver a nadie. La despedida en la capital me había dejado un regusto amargo. Había cortado de raíz con Carlos, había tenido que abandonar a Adrián (lo que más me dolía, sinceramente) y la aparente buena relación que había creado con Universal se había esfumado.

Mejor empiezo por el principio... nos situamos a lunes 2 de octubre. La resaca política (y violenta, no mentiremos) del día anterior había absorbido cualquier rumor y noticia que nos relacionara al rulos y a mí. No me gustan los actos vandálicos, no soy partidaria de la violencia pero agradecí que el centro del mundo dejara de ser yo. Ese día me levanté con los brazos de David envolviéndome en un cálido abrazo y sus labios dejando tiernos besos en mi cara y mi cuello. Un despertar dulce, apetecible, como en los viejos tiempos. Llevamos a Ella al cole de incógnito. Nadie nos vio. Se acercaba el momento de decirnos adiós y fue traumático, estremecedor, parecía que se acabase el mundo. No quería separarme de él y, sin embargo, tuve que aceptar que se marchara solo a merced de lo que pudiera ocurrir en Miami. Sin su hija, sin su familia, nada, partía a la aventura sin un apoyo, sin un hombro donde ampararse. Con el corazón encogido nos comimos a besos en el aparcamiento del aeropuerto donde, "casualmente", una cámara captó el momento. Ahí viene el primer punto de querer marcharme de la ciudad: la publicación de esas fotos y los consecuentes comentarios de lo más hirientes.

Seguidamente tuve que enfrentarme a mi mayor pesadilla: Carlos. Con tal de no levantar expectación, quedamos en su casa ese mismo día. Estaba nerviosa, sabía que de esa conversación no saldría nada bueno. Me abrió con posado serio y supe que él también tenía mucho que contarme. Nos sentamos en la mesa de la cocina, cara a cara, incapaces de iniciar una conversación coherente.

C: Me acosté con Rosanna – musitó con la boca pequeña soltando la gran bomba.

No me sorprendió. Me lo esperaba. Era consciente que entre ellos pasaría algo. Lo había visto muy claro el sábado. No reaccioné con gritos ni tampoco me eché a llorar. Me limité a sonreír con ironía y encogerme de hombros.

L: Lo imaginaba – pronuncié bajando la mirada.

C: Tú te has acostado con David y seguro que más de una vez durante estos meses.

L: Te equivocas – recuperé el contacto visual instalando la dureza en mis ojos.

C: No nací ayer, Laura.

L: Te lo estás inventando.

C: Reconoce que has tenido algo con él – me quedé callada – Yo te he reconocido mi error, ahora te toca a ti.

"¿Error? Lo mío no fue un error, lo tuyo sí"

C: Laura...

L: Joder, es que no sé porque coño quieres que te lo diga si el señor Narcís Rebollo te lo debe haber contado todo.

C: Eso no es verdad. Como a ti, Narcís no me gusta ni un pelo y no me creo sus palabras. Poco hemos hablado de ti y David.

L: Ahora mientes tú. No puedes decirme que ese señor que dirige una discográfica sin conocer las notas musicales no te cae bien porque el sábado no lo parecía. Y sí, me acosté con David pero yo era consciente de mis actos, no como tú que debías ir como una cuba.

Dejemos el pensar atrásWhere stories live. Discover now