Capítulo 6: Nuestra noche

1.2K 57 26
                                    

Nos quedamos mirando fijamente, sin hablar, ni tan siquiera parpadear. Desvié mi mirada a sus labios, imploraban que los besaran. Poco a poco fuimos acercando nuestras caras uniéndonos en un suave y dulce beso que alargamos más de lo debido. Nos separamos con delicadeza, la respiración entrecortada y miedo en los ojos. Lo que acababa de pasar había sido fruto de los sentimientos escondidos en nuestra alma y que salieron a la luz con esa muestra de amor tan pura.

D: Una noche – le rogué.

L: No puedo David – negó con la voz entrecortada – No voy a ser infiel a Carlos.

D: No puedes pero quieres. Déjate llevar por el corazón. Nadie lo sabrá. Que sea tu noche especial y la mía – susurré – Nuestra noche.

L: Nuestra última noche – remarcó.

D: Nunca digas de esta agua no beberé – la volví a besar.

Lentamente los besos fueron tornándose más pasionales y la ropa desaparecía minuto a minuto. Con sus piernas rodeando mi cintura, nos adentramos en el dormitorio principal dejando al aire todo nuestro deseo. Nos amamos como si nuestra vida dependiera de ello. La hice temblar de delirio, rebajarle cualquier signo de tensión provocado por los acontecimientos del día siguiente y que no dejarían indiferentes a nadie. Susurrándonos al oído lo mucho que nos queríamos y lo difícil que se nos hacía disfrutar de ello, alcanzamos la cumbre, abrazados, sudorosos, demostrando que esa noche podía ser única. Las horarias marcaban medianoche cuando nos dejamos caer exhaustos de tanto placer sobre el colchón.

D: Joder... – murmuré en trance – Esto no puede quedar en una noche.

L: Esto quedará en una noche hasta que tú no rompas cualquier lazo con Narcís y compañía. Pero gracias por estar aquí en un día tan importante para mí.

Apoyó la cabeza en mi pecho. Lentamente deslicé un dedo por su columna, arriba y abajo, tal y como mandaban viejas costumbres. Suspiró fuertemente.

D: ¿Pararías el tiempo ahora mismo?

L: Sí – confesó estremeciéndose.

D: Ya sabemos dónde encontrarnos si nos perdemos.

L: David... – incorporó la cabeza ligeramente – No caigamos otra vez en la tentación hasta que la situación no se haya normalizado.

D: Has sido infiel una vez, no creo que se entere si lo eres dos.

L: Yo no pienso así, pero no voy a entrar en un debate contigo sobre estos temas. Aquí vengo cuando voy sola y hay muchos días que piso Barcelona acompañada, ya sea Ro, mi hermano o Gisela y voy a hoteles.

D: Conociéndote vas a idear cualquier plan para venir más a menudo, sola.

L: No pretendas que centre mi atención en ti querido rulos que tú vendrás cuando te lo permitan desde la central – verdad como un puño...

D: Ya... voy a romper con todo lo más pronto posible. Tal vez luego...

L: No te avances a los acontecimientos. Esta conversación la tuvimos hace un año y mira como estamos. Arriésgate, aunque te digan que van a ir a por mí. Son perros ladradores, pero poco mordedores. Yo misma lo comprobé en mi estancia ahí.

D: Hiciste bien montando tu propio sello discográfico.

L: Suelo tener buenas ideas en ese terreno. En el personal me rompes los esquemas, francamente.

D: Lo sé – reconocí divertido – Tú a mí también.

L: Tendría que dormir... mañana regreso a Madrid y me espera un día duro.

Dejemos el pensar atrásUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum