Capítulo 3: La última oportunidad del amor

1.2K 55 17
                                    

Flashback

Laura 11.09.2016

"Bueno Laura, los documentales están grabados, has visto a David, no habéis hablado aunque lo tendréis que hacer algún día de estos porque hay muchos asuntos en el aire. Son siete años ya desde que nos dimos la primera oportunidad después de la ruptura y en medio han pasado otras oportunidades fallidas. ¡Joder! ¿Por qué coño estoy pensando yo esto? Que no, que no, que David ya es el pasado, que soltera estoy de maravilla".

Era domingo, había abandonado la masía por la mañana y un error de coordinación con mi hermano había hecho imposible coger un tren. Además, con la movida de ser festivo en Cataluña (Diada nacional), parecía que Barcelona se desplazara a otra velocidad, más lenta, más ceremonial. Manifestaciones, concentraciones... ni pasear por las Ramblas pude. Sin ánimo de ir a un hotel y masoquista como soy me dirigí en un coche de alquiler hacia la zona del Tibidabo. Aparqué enfrente de aquel edificio y suspiré.

"¿Qué hago aquí? ¿Qué necesidad tengo de remover estas heridas otra vez? Que estúpida soy..."

Bajé del coche maleta en mano. Soplé, indecisa, insegura de realizar aquel paso habiéndonos visto horas antes. ¿Por qué no la habíamos vendido? ¿Por qué teníamos que seguir con ese hilo que nos unía? Lo reconozco, había pisado esa casa multitud de veces sin cohibirme o pensar en él, pero en ese momento las mariposas bailaban en mi estómago como si estuvieran saltando en un concierto de rock.

"A afrontar la realidad"

Subí por el ascensor aserenándome. El recuerdo del último abrazo de David y aquel 'nos vemos pronto, Laura' continuaban impregnados en mi piel. Su olor, sus cortos rizos, su todo... uf, ¿Cómo podía pensar eso sabiendo que tenía novia y que yo en esos instantes no necesitaba una relación amorosa? Metí la llave en la cerradura de la puerta y me extrañó no tener que dar las dos vueltas típicas. Parpadeé perpleja y con incredulidad abrí. No podía ser verdad... no podía pasarme eso a mí... El aire olía a él, había sus cosas en el salón, estaba ahí.

D: ¿Laura? – preguntó sorprendido viniendo a recibirme desde la habitación principal.

L: ¿Qué haces aquí? – logré pronunciar.

D: Iba a pasar la noche. Si quieres me voy... no pretendo ser una molestia.

L: No, no, tienes el mismo derecho que yo a quedarte.

Lo repasé de arriba abajo. Se acercó a mí y me dio un corto pero cálido abrazo que me relajó la tensión acumulada en cuestión de segundos en mi cuerpo.

D: Supongo que no pasará nada porque nos quedemos los dos, ¿Verdad? – una media sonrisa me desmontó todos los esquemas.

L: ¿Eh? No, no.

D: Iba a pedir unas pizzas. ¿Te apetecen?

L: Cla... claro – tartamudeé – Voy... voy a dejar mis cosas.

D: ¿Cómo dormimos?

L: Pues... yo que sé, no me hagas pensar, me has cogido de sopetón. Hay dos habitaciones, ¿Te soluciono algo con eso? – pregunté ariscamente.

D: Uy, que se despierta la fiera – se burló.

Lo fulminé intensamente y me adentré en la habitación de invitados, la que supuse que él no había ocupado. Ciertamente, así era. Me senté en la cama y me pasé las manos por la cara percibiendo como una tímida lágrima se deslizaba mejilla abajo. Me la sequé con rapidez. ¿Por qué? ¿Qué me depararía esa noche? El futuro era incierto. Muy incierto.

Dejemos el pensar atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora