18.

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Pasaron todo el fin de semana juntos. No se despegaron para nada. Salieron a comer, caminaron juntos por ahí agarrados de la mano, hablaron de todo y de nada al mismo tiempo, y el domingo John fue a la iglesia con Lucas.

El rubio se lo había pedido por favor y el castaño había tardado un rato en acceder. Sabía bien lo que la iglesia pensaba de él, pero no podía decirle a Lucas que no. Por eso se puso un pantalón caqui, una camisa de rayas azules y unos vans negros y fue a misa con Lucas que también llevaba su mejor ropa. Antes de entrar John soltó la mano del rubio pero este lo miró ofendido y la agarró de nuevo y sonrió. John tenía la mano sudada, estaba demasiado nervioso y no entendía por qué. Lucas le sonrió ladeando la cabeza y apretó su mano haciéndolo sentir mejor. Entraron y se sentaron junto a la madre de Lucas que ya estaba ahí.

La misa se pasó más rápido de lo que John recordaba que eran. El sermón fue sobre cómo la juventud no disfrutaba el momento y se la pasaban perdidos en los electrónicos. John no se identificó. Amaba quitar su vista de su celular y posarla sobre Lucas cuando estaban juntos. John buscó la mano de Lucas y entrelazó sus meñiques. El rubio volteó a verlo y le sonrió. Cuando la ceremonia acabó los dos salieron detrás de Olivia la cual fue con unas señoras a platicar. Los chicos se sentaron debajo de un árbol hablando. John no quería que Lucas oyera lo que esas mujeres tenían para decir y si era necesario le taparía los oídos. Sabía perfectamente que iban a hablar sobre cómo iba de la mano con otro hombre. A él no le importaba, pero sabía que Lucas no estaba acostumbrado a eso, y le iba a tomar un rato aprender a ignorarlos. Tenía la vista perdida en unos chicos que los miraban indiscretamente cuando Lucas le dio un codazo llamando su atención.

— Deja de pensar en eso ¿sí?

— ¿Pensar en qué? ¿De qué hablas?

Lucas lo miró incrédulo con una ceja alzada y media sonrisa. Claro que sabía de qué.

— No importa, de verdad.

— Claro que importa, no quiero que no puedas ir a tu propia iglesia porque te miran feo.

— No me importa, solo me importas tú. Que me miren como me quieran mirar, yo soy feliz a tu lado.

— ¿Qué tan seguro estás de eso?

— Bastante seguro.

John lo agarró del rostro y lo besó en los labios. Pudo jurar que oyó a alguien hacer una expresión de asombro. Fue solo un pico. Pero aún así cuando miró a los presentes unos los miraban asombrados y Lucas sonreía divertido, encontrando cierta satisfacción en el escándalo. Sorprendentemente, eran muy pocas personas los que les prensaban atención, pero aún así, las miradas estaban ahí.

Comieron en casa de Lucas. El platillo fue pastel de carne. Olivia se mostró alegre durante todo el rato que John estuvo ahí, haciéndolo sentir como en casa. Como si nada hubiera cambiado. Seguía haciéndole preguntas sobre qué iba a estudiar y sobre su madre a la que al parecer había conocido en la universidad, años atrás y con la que estaba de nuevo en contacto y planeaba una reunión. Olivia movía la relación más rápido que ellos dos, pero no les molestó. 

Aún pasaban horas en silencio en el cuarto de Lucas, sobre la cama, leyendo y haciendo comentarios ocasionales. Los silencios con Lucas jamás habían sido incómodos, Le transmitían paz y confort. Y acostado sobre la cama, con la cabeza de Lucas en su estómago, jugando con una consola portátil y dándole largas miradas de apreciación al rubio que leía a Julio Verne, decidió que era su lugar favorito.

Shy BoyDove le storie prendono vita. Scoprilo ora