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—¡Deteneos!— Daenerys gritaba en un tono extremadamente convincente, pero estaba absorta por el miedo.

—Shiera...— susurró Murciélago al tiempo que acariciaba mi cuello. Su tacto era áspero, cada toque se hacía épico después de haber pasado tanto tiempo sin ello.

—¡No sé qué hacer!— chillé asustada. Efectivamente, estaba aterrada y no tenía ni la menor idea de lo que sucedía a mi alrededor, llevaba sintiéndome así desde que decidí ayudar a aquel hombre que me dejó los huevos de dragón en su lecho de muerte.

—Nadie sabe.— respondió con la voz ronca, abrazándome. Aquel simple gesto me inspiró para hacer que Sharkyl fuera más deprisa.

Daenerys hizo que Drogon soltase una llamarada hacia nosotros, obviamente, no le importábamos nada.

Hice que Sharkyl descendiera y comenzara a moverse en zigzag (cosa que algunos no son capaces de hacer). Sin embargo, el fuego podría alcanzarnos en cualquier momento.

Me fijé en que Sharkyl tenía el tamaño justo para entrar entre las montañas, y Drogon no.

Murciélago comprendió el plan sin que tuviese que decir una sola palabra y agarró mi mano con fuerza.

—¡Daenerys!—tenía que entretenerla para que no se diese cuenta de la trampa. De modo que pensé en algo que la pudiese dejar igual de confusa que me dejó a mí, o más. —¡Aegon-Jon es mi primo!

Ella frunció el ceño, tendría que pasar mucho tiempo pensando en aquella frase para poder descifrarla por su cuenta.

Funcionó. Las alas de Drogon chocaron contra las rocas y Sharkyl continuó volando hacia la libertad.

Shiera Waters, la Targaryen perdidaWhere stories live. Discover now