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Entré en la primera taberna mugrienta que encontré, nunca antes había pasado allí, no era un lugar seguro

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Entré en la primera taberna mugrienta que encontré, nunca antes había pasado allí, no era un lugar seguro.

Casi toda la clientela eran hombres que me miraban de forma desagradable, y las pocas mujeres que estaban allí eran meretrices, quizá eso explicara el comportamiento de los primeros.

Me senté en un lado de la barra, que resultó ser la perfecta posición estratégica para ver todo el lugar.

—Dorado del Rejo.— aquel vino dulce al que éramos adictos en la ciudad era, para mí, mejor que cualquier otro.

Aún cantaban ''Bessa la tabernera'', esa canción humorística había pasado de moda hacía mucho tiempo, los desdichados trataban de rememorar los tiempos en los que todo era menos triste. Esa misma fue la que se interpretó en la boda de Joffrey I con Margaery Tyrell, hizo que pensara en Tyrion, por ello me tomé la copa entera de un sorbo.

—Son dos centavos con tres peniques.— graznó el tabernero, casi se le salen los ojos de su fea e hinchada cara cuando deje un venado sobre la barra, no estaba acostumbrado a ver plata por su bar.

—Yo invitaré a la señorita a otra copa.— apareció un hombre con la cara más sincera que haya podido ver nunca.— ¿Qué es eso que bebéis?— preguntó sin dejar de observarme, de otra forma que el resto, puede que la intención fuera la misma pero había matices que lo suavizaban.

—Dorado del Rejo.— la piedra angular de esta ciudad.

—Que sean dos.— acercó otra silla para colocarse a mi vera.—Podrick es mi nombre ¿me permitís conocer el vuestro?

—Shiera.—era tímido a la par que galante, muchas son las mujeres que mueren por tal combinación.

—Shiera...— se quedó pensativo, parecía rebuscar entre las páginas de su memoria.

—¡Podrick!— cuando fue descubierto, mi pequeño rincón íntimo se plagó de aquellas fulanas que ahora se habían concentrado en un mismo lugar.

Shiera Waters, la Targaryen perdidaWhere stories live. Discover now