Inspirado en Juego de Tronos.
La historia de Shiera Waters, una bastarda nacida en Desembarco del Rey, cuya suerte cambia al recibir el mejor regalo que podía esperar: Sharkyl.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
—¡Tyrion!— le llamé en voz baja, esto de ser un arma secreta se convertía en algo agotador.
—¿Qué hacéis aquí?— preguntó como si ante su cara estuviese un fantasma danzante.
—Creí que necesitaríais mi ayuda.— qué ingenua, arriesgarnos por alguien que ni llora la pérdida de su propio hijo.
—No es así, nuestras tropas no se han debilitado tanto y...—soltó aire cansado.— No tengo porqué daros explicaciones, Shiera Waters.—de pronto lo comprendí, había dejado de insistir en que era una Targaryen de pelo plateado, ya no le importaba mantener las apariencias porque la guerra había comenzado.
—Sois todos unos manipuladores.— regañé mentalmente a mi yo del pasado, me había tragado demasiadas mentiras y ahora me estaban sentando mal.
—¡En eso consiste el juego de tronos!— se volvió hacia mí fuera de sus cabales, me pareció realmente aterrador.—No hay tiempo para esto, tengo que ir a hablar con mi hermana por primera vez desde que maté a nuestro padre y escapé para unirme al enemigo.
—Lo vais a pagar.—amenacé sin la menor intención de cumplirlo, era la rabia la que movía mi labios.
—No hagáis ninguna tontería, vuestro pequeño dragón solo sería una distracción para los de Daenerys, y nadie echa de menos a una Waters cualquiera.—mi muerte no sería un drama, pero solo pensar en la de Sharkyl me dejó paralizada.
—¿Qué queréis de mí?—solo era un instrumento en su juego pero al menos quería saber mi función.
—Lo mejor que podéis hacer es iros.— siguió su camino dejándome ahí parada, llena de miedo y con una vida sin sentido.
Ya no era parte del ejército de Daenerys, sin un fin mi vida carecía de sentido. Al darme cuenta de ello, fui a un lugar donde esa clase de personas suelen estar: La taberna.
