El Padre de los Zerth

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Una despedida no se planeaba a la ligera, pero aun así todos trataron de tomarlo con tranquilidad. El hechizo para volver fue diseñado en detalle, con la ayuda del omnimante fue incluso más sencillo ya que debían, para que el portal funcionase, ver en sus mentes el lugar exacto, lo más detallado posible y Andrés solo tuvo que conectar sus mentes para que la imagen compartida fuese exacta. El gasto de energía corría por cuenta de los diamantes y el poder que ellos mismos pudieran tener. Eran cuatro, así que no tendrían demasiado problema con este particular, pero aun así el rey Alaric apareció en sus dormitorios con dos guardias y los invitó a ir con él a visitar el Zor Eltar. Ante las miradas confundidas de sus interlocutores explicó:

– El Zor Eltar no es solo un árbol al que nos aferramos, es también un ser viviente de muchos milenios de edad y gran sabiduría.

Salieron por una puerta escondida detrás de los tronos del rey y la reina. Esta daba a un túnel de muchos metros de longitud que terminaba en una luz grisácea, una abertura muchos metros más allá. Conversaron en el camino de la magia, en especial de sus leyes, que solían existir para evitar que un solo ser fuese todopoderoso.

– Las leyendas cuentan–dijo Andrés– que la magia antes era tan salvaje que un mago experimentado podía con un mínimo de esfuerzo convertir a alguien en una flor o en un animal. Era un gran caos, pero luego llegaron los dioses e instauraron leyes para evitar aquello. La magia sigue siendo peligrosa, pero no tanto como en aquellos tiempos.

Llegaron pronto al otro lado del Zor Eltar, donde había una enorme plataforma a modo de balcón desde la que se observaban enormes campos donde se plantaban y cosechaban los frutos que alimentaban a los oriones de G'aia. Oriones trabajadores se movían de aquí para allá arando la tierra, justo al lado de las raíces enormes del zerth y hasta donde la vista alcanzaba a perderse en el este. Un tenue resplandor provenía de detrás de las montañas ubicadas al sureste.

– ¿Qué es esa luz? –preguntó Witty.

– Son las Montañas de la Luz Perpetua–respondió el rey Alaric–. Allá hay misterios que ni siquiera los oriones conocemos. Muchos dicen que cerca del amanecer, cerca de esas montañas, se escuchan voces hablando en un idioma antiguo. Otros, que han estudiado las leyendas de los oriones, concuerdan que allí hay una entrada a Luminalia, el mundo de los dioses, y que las voces que oyen son las de ellos deliberando el futuro del Multiverso. Por temor a estas últimas hemos evitado enviar gente allá, pero como todo está cambiando no veo razón para no hacerlo. Es una nueva etapa de nuestra historia.

Lo dijo tan solemnemente que una sensación a la vez incomoda y jovial le inundó el rostro. Leonard sentía aquello también, esa terrible y excitante sensación de que todo estaba a punto de cambiar y que la vida tranquila y equilibrada se tornaría más dura pero interesante. Con ese pensamiento en mente dirigió la mirada hacia atrás, donde los pasos de la reina Lirazel resonaban junto con el susurro de su túnica de color violeta. Parecía estar envuelta en pétalos gigantescos, y al acercarse se comprobó que lo eran, atados con tal habilidad que parecían flotar alrededor de su cuerpo como atraídos por su gravedad. Saludó a su esposo con un largo beso y luego saludó a los demás. Detrás de ella varias de sus damas traían lo que parecían ser ramas bastante largas de un color grisáceo verdoso.

– Nos alegra haberlos tenido aquí–dijo la reina alzando la voz, ceremoniosamente–. Por esta razón, y en agradecimiento a los magos del Ilyceum, así como también a modo de ofrenda de paz, queremos que se lleven varias ramas de nuestro Zor Eltar. Tengo entendido que la madera de zerth es muy compatible con la magia y les sirve para canalizarla. Sé que los Sabios apreciaran este gesto, que puede que selle la amistad entre G'aia y Velgatia.

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⏰ Last updated: Aug 21, 2018 ⏰

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Un Viaje a los Bosques de G'aiaWhere stories live. Discover now