Prueba bimensual ¿Dos Veces?

2 0 0
                                    

Así pasaron dos meses y llegó el día de la primera evaluación bimensual, el único obstáculo que se encontraba entre Leonard y la Biblioteca. Se sentía preparado, a diferencia de sus otros dos compañeros, que estudiaban el último día únicamente del libro que contenía el plan de estudios, como si memorizar las pequeñas definiciones pudiera ayudarles a mover el mundo. Él intentó ayudarles, pero lo creían un aficionado del estudio, y lo escuchaban más con fastidio que con interés. A fin de cuentas, el único que lo escuchaba con mucha atención era su buen amigo Witty.

Witty había bajado de peso, y el estrés de la evaluación bimensual no había contribuido a calmarlo. Se había negado a comer todo el día anterior, porque no quería perder tiempo de estudio, y donde siempre había un plato sucio en su habitación se veía un libro sobre herbomagia. Para el día de la evaluación se desearon suerte y partieron a sus respectivas torres, en donde los esperaban nuevamente los examinadores y el profesor titular del curso.

Leonard durmió incomodo, a pesar de haberse acostumbrado relativamente rápido a su nuevo entorno. Cuando se levantó se encontró con Royan y Amy dormidos sobre la mesa del comedor usando libros como almohadas, pero sus manos se tocaban ligeramente. Leonard sonrió y los despertó con suaves toques en el hombro y estos se alistaron a toda velocidad. Una vez en la plaza esperaron por la campana y fueron a sus torres. Los examinadores parecían muy esperanzados, como si esperasen mucho de aquellos alumnos.

– Si bien han aprendido la teoría mágica–dijo el profesor Lekim–, la razón por la que la aprenden es para enfrentarse a la realidad, de la cual la magia es un elemento importante. En esta evaluación se enfrentarán a una situación y deberán usar sus conocimientos para solventarla.

Tras estas palabras se apartó y llamó primero a Amy, luego a Royan y por ultimo a Leonard. A Amy le colocaron un trozo de cobre que debía moldear usando el calor, pero este no estaba disponible a su alrededor, los examinadores se aseguraron de ello. Intentó calentar el metal usando su propio calor corporal, lo que casi la mata, pero logró calentar al rojo vivo unos cuantos centímetros. Consideraron que esto era "aceptable" y le llegó el turno a Royan, al que le pidieron que creara una llama o un trozo de hielo frente a ellos. Tras largos intentos de generar una chispa decente, Royan decidió concentrar la humedad del ambiente para producir una única gota de agua congelada. Se consideró "Bueno" y prosiguieron con el último.

Leonard se colocó en el centro de la estancia y fue rodeado de llamas incandescentes, dejando solo un par de metros para que pudiera moverse.

– Dentro de un minuto las llamas se cerrarán sobre ti. Debes encontrar una forma de soportar, al menos durante un minuto–sentenció un examinador.

Colocaron un reloj de arena en un escritorio y el tiempo empezó a correr. Leonard no dudaba de que le echarían las llamas encima, pero lo harían superficialmente sin demasiado daño. Calculó sus probabilidades, al estar rodeado de fuego el calor sería intenso, y dentro del círculo no habría suficiente como para hacer un escudo de frio. Dominar las llamas tampoco sería efectivo, perdería energía y tiempo, pues seguramente estarían encantadas por alguno de los examinadores y claramente no podría romper un hechizo de un mago o hechicero más experimentado, al menos no aun. ¿Qué hacer? Se preguntaba. La respuesta le pareció obvia treinta segundos después. Concentró la magia en el ambiente, que era abundante por tratarse del Ilyceum, y movió el calor de las llamas a un único punto sobre su cabeza. Las llamas se congregaron con rapidez hasta formar un sol en miniatura del tamaño de un grano de arroz. Sin embargo, calculo mal...otra vez. Requería más magia de la que sabía dominar mantener tanto calor en tan confinado espacio y la inestabilidad se mostraba en la vibración del pequeño sol. Buscó una solución con la mirada y la halló a un metro de altura: una ventana. Impulsó con magia el pequeño sol por la abertura y el fuego se liberó a pocos metros con un ruido ensordecedor y llenando la estancia con una ráfaga de aire cálido.

Un Viaje a los Bosques de G'aiaWhere stories live. Discover now