El Omnimante

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El palacio, o lo que actuaba como tal, era una edificación hecha en la propia madera del árbol. Por tanto parecía unos edificios juntos que se hubiesen fundido con la madera grisácea y sobresalieran abruptamente de él. A Leonard le recordó el templo de Destino en Nueva Ilya, que estaba excavado en la roca y parecía formar parte de la montaña que tenía detrás. Así era el palacio de la reina Lirazel. En la madera, que eran las paredes tanto dentro como fuera, habían sido talladas runas y otros símbolos que representaban batallas y acontecimientos importantes. La reina les hizo saber que cada vez que un acontecimiento importante tenía lugar en G'aia este solía ser grabado en el enorme tronco. Lo que Leonard había tomado por erosión eran sin duda miles de marcas y tallados hechos a lo largo de los siglos.

Los guardias los dejaron pasar luego de hacer una reverencia a su reina, que la aceptó con gesto de agradecimiento. Dejaron los caballos, que parecían estar más llenos de energía que el pintoresco grupo de estudiantes, y fueron guiados por un comandante de nombre impronunciable hasta el salón del trono, pasando por un largo pasillo con decenas de puertas de doble hoja con grabados que probablemente indicaran la dirección a la que llevaban o los tesoros que contenían, hasta el final. Allí, una puerta de oro macizo con runas diversas, muy parecidas a los glifos que otrora le enseñara la profesora Santana pero con significativas variaciones en el diseño, les cerró el paso. El comandante del nombre extraño tocó cinco veces y estas se abrieron sin mediar ninguna fuerza física perceptible. Leonard asumió que la magia se trataba allí de forma muy sutil, más cercana a la omnimancia que a la modificación del entorno usando hechizos. Según sus estudios, la omnimancia no era magia per se, sino una manipulación de energía usando los entes naturales como vectores, transmisores y recipientes, además de conectarse mental y sensorialmente con los seres vivos que los rodeaban. Jonathan Holmes, el primer Omnimante y Héroe de la edad primitiva del Multiverso, era incluso capaz de manipular hasta cierto punto el clima en un área determinada con solo concentrarse. Se preguntó qué pasaría si un mago o hechicero se volviera omnimante también ¿sería capaz de lidiar con semejante poder?

Pasaron a la sala del trono. Muchos oriones iban y venían, llevando en sus manos frascos y ánforas. Llevaban los brazos al descubierto y se notaba la firmeza del musculo a pesar de la delgadez que mostraban sus esbeltos cuerpos. Maldeleine entretuvo su mirada con uno que llevaba una enorme maceta hecha de algún material rocoso haciendo resaltar su musculatura bajo las ajustadas ropas hechas de hojas. Con un codazo de Witty y una mirada desaprobatoria de Kwen volvió su vista al frente y miró dos enormes tronos de oro y plata en un extremo de la sala. Eran hermosos y brillaban con una especie de luz propia, lo que delataba magia. En el trono de plata, en una pequeña elevación tras unas escaleras de madera de árbol, se sentaba la reina Lirazel, con su semblante tan benigno como el de una madre que ve retornar a sus hijos después de mucho tiempo. ¿Acaso nunca deja de sonreír? Se preguntó Leonard, incomodo.

– Bienvenidos, extramundanos–dijo la reina, siendo la primera vez que se dirigía a todos sin usar la mente–. Oficialmente les doy la bienvenida a mi reino como huéspedes.

Una puerta lateral se abrió de golpe y por ella entró un hombre alto y fornido, con la piel brillante debido al sudor. Vestía ropas hechas de hojas, pero estas eran rojas como a sangre y las arrastraba levemente al caminar. Miró a la reina y la besó apasionadamente antes de sentarse en el trono contiguo y suspirar satisfecho.

– Conozcan a Alaric, rey de G'aia y Señor de los oriones–anunció la reina Lirazel–.

Todos hincaron una rodilla y bajaron sus cabezas en señal de respeto al rey. Luego este habló con una voz profunda, llena de experiencia y calma:

– Bienvenidos sean al reino de los oriones, extramundanos. Mi esposa y reina me dice que llegaron a través de un portal en el cielo. Podría buscar la verdad de todo en sus mentes, pero sería irrespetuoso no preguntar primero.

Un Viaje a los Bosques de G'aiaWhere stories live. Discover now