Prueba Inicial

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Los despertó la estridente voz de Doran. Se levantaron y vistieron a toda velocidad y se lavaron los dientes en unos pequeños baños que estaban a ambos lados del dormitorio. En menos de veinte minutos ya todos estaban listos y expectantes frente a Doran. Hicieron el recorrido inverso, que fue mucho menos placentero ya que era de subida y no de bajada. Cuando llegaron al tercer rellano de escaleras la mayoría estaba siendo presa del cansancio; todos excepto Gridos, que subía como un atleta sube una montaña y sonreía sin parar, miraba a sus compañeros cansados y volvía al paso. Se ganó el odio de la mayoría en ese momento.

Para cuando salieron a la luz del sol velgatino todos estaban sudorosos y con las piernas al rojo vivo, en especial Witty, que su complexión no le ayudaba mucho. Leonard distaba bastante de ser atlético, aunque no lo era por falta de ejercicio, porque su contextura física, aunque dejaba mucho que desear, era buena. Siempre se acomplejaba debido a su baja estatura, pero tenía al menos unos seis años más para preocuparse al respecto. A la luz del sol la plaza que precedía a los dormitorios se veía alegre, con varios alumnos yendo de allá para acá, vistiendo distintas túnicas según su área de entrenamiento: verde para herbomagia, el azul para energimagia, aguamarina para biomagia, rojo para termomagia y atisbó un par de túnicas grises, asociadas con la cronomagia. Esperaba ver alguna túnica purpura, que era el color de los que estudiaban la necromagia, una de las ramas más raras junto con la cronomagia. Caminaron en silencio durante unos instantes, en los que tanto Leonard como Witty señalaban y se maravillaban cuando veían alumnos de mucha más edad que ellos con las túnicas de color gris.

– Imagínate poder usar cronomagia sobre un sándwich y comerlo una y otra vez. Uno solo te bastaría para el resto de tu vida–dijo Leonard.

– No lo sé, Leonard. Creo que me aburriría comer lo mismo por el resto de mi vida.

Al parecer Doran los escuchó, ya que les dijo por encima del hombro, con evidente desdén:

– La cronomagia no funciona de esa manera. No puedes adelantar y atrasar el tiempo en algo por siempre. Incluso para manipular el tiempo existen ciertas reglas.

Tras este comentario siguieron caminando por el pequeño sendero que llevaba de los dormitorios al patio del Ilyceum. Muchos alumnos estaban allí conversando, esperando que sonaran las campanas que anunciaban el inicio de la jornada.

– Esperen aquí–dijo Doran–. La examinación para la selección se lleva a cabo en el patio. Varios de mis compañeros les traerán las herramientas que solicitaron previamente para demostrar sus aptitudes, tras lo cual los examinadores los repartirán entre las ramas disponibles de conocimiento.

La excitación del grupo era palpable. Leonard se fijó de que solo una de las chicas estaba extremadamente ansiosa y al borde del llanto. Era menuda y baja para su edad, se abrazaba a si misma mirando al suelo y murmurando algo ininteligible. Se acercó con cautela, haciendo ruido con sus pasos para no tomarla por sorpresa.

– ¿Estás bien?

La muchacha lo miró como sorprendida y miró a ambos lados para asegurarse de que hablaba con ella y respondió tímidamente:

– Si, eso creo. Solo que me da mucho nervio terminar en una rama...baja.

– ¿Rama baja?

– Así llama mi padre a la herbomagia y la biomagia. Dice que no vale la pena pasar diez años estudiando sobre tales tonterías.

– No me parecen que lo sean, para ser honesto.

– Yo tampoco, pero mi padre sí. Y si no encajo en una rama que sea distinta de esas dos es probable que me enseñe él mismo.

Un Viaje a los Bosques de G'aiaWhere stories live. Discover now