Capítulo 03: La consternación de la belleza desde un ángulo letal y sublime (II)

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Capítulo dedicado a stardolce

(Por alguna extraña razón, Wattpad no me deja etiquetarte, bebé) (Ya pude hacerlo)

🍏

Recuerdo tres «Parte II»; JungKook, y el descubrimiento de la salvación por medio de un escenario fortuito.

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Lo peor de discutir con mi madre: era el retracto y la culpa. Algo que a duras penas odiaba llevar en la sangre.

Mi parlamento mental me decía que la vulgaridad en mis antiguas amenazas habían sentado de una forma muy grave, a un mustio gravío que debía ser anulado si quería conseguir el perdón de la dama en función de mis dotes de decencia; sin embargo la falta de pudor y elocuencia envueltas por la boca sucia de aquella mujer me parecían aún más funestas y desagradables, de una forma tan malditamente asquerosa que no me quedaban ganas de siquiera volver a acercarme.

¿Sentirme culpable por maltratar verbalmente a la mujer que me había dado la vida? Por supuesto que sí. ¿Tolerar sus caprichos en torno a su mala actitud? Podía joderse esa maldita vieja infeliz.

Todos lo sabían, maldita sea. Nunca había sido tolerante en cuanto a la injuria sin base que propinaban las féminas hacia mi respetable persona. Consideraba inmensamente asqueroso que las palabras grotescas y carentes de feminidad saliesen a borbotones de estiércol sobre los belfos ajenos. No me creía capaz de mirar sin desgracia a aquellas mujeres que buscasen agravio con la boca tan sucia como un linaje de campo, como si fuesen la cubeta andrajosa que gozaba del peor estropajo.

Demonios. En serio lo aborrecía.

—Hyung, ¿está usted en casa?—a pocos sonidos, casi como cristales cayendo, la voz de mi hyung fue envuelta por un coro de gritos. Por poco o mucho como esos que emiten las películas de terror una vez el desquiciado anda en busca de sus ávidas presas—. Joder, ¿acaso ha matado a alguien?—sabía que me escuchaba atentamente, pues su risa carente de gracia me era audible sobre el tímpano diestro—. Hyung, si usted no responde entonces yo...

—¡Pequeño JeongGukkie!—la jovialidad en su voz me agarró de sorpresa, arrebatándome un brinco por el ligero terror. Parecía un hombre bañado en altas tallas de azúcar. ¿Qué demonios le ocurre esta noche?, deseaba decirle—. No me digas. Déjame adivinar. Hmmmh... ¿Has peleado con tu madre, pequeño bravucón?

Si antes poseía un brote de sorpresa ante su voz a caríces agudos y bastante alocados; en ese instante sentía como si bien el condenado hubiese desnudado mi alma de un mero zarpazo y sin siquiera atreverse a pedirme permiso.

Las farolas recién puestas a las seis de la tarde alumbraban escasamente los callejones más ennegrecidos de la ciudad, y el olor fuerte a tabaco y café inundaban con grosor mis pobres fosas nasales. Quise matar al hombre detrás de la bocina cuando la voz de una mujer pidiéndole volver a la cama se hizo audible a mis inquietos oídos. Y por poco o más lancé el teléfono al alcantarillado mugriento cuando un Jimin susurrando seductoramente me pedía ir a por ello también. Como un buen calentón en ventiscas de invierno.

El sudor en mi frente me resultó inmensamente andrajoso; y más aún cuando esa voz excitada habló directo a la bocina diciendo que como muchas, me llevaba unas ganas y a pura astucia.

Esa intensidad indebida. Demonios. No me hallaba acostumbrado a ello, definitivamente.

—Joder, Hyung. No estoy para juegos—no vacilé a la hora de replicar con dureza. Y aunque eso no pareció sorprenderlo, sí le obligó a callarse en mero reflejo—. Hyung, realmente necesito quedarme en su casa hoy. Mi madre se halla muy alterada y tal como un maldito baboso, necesito de su ayuda en algo, ¿me entiende?—la tónica alegre de su risa no se esfumó ni nada de eso; sin embargo tal cual un hermano mayor, no se negó a mi antigua mención. Haciendo caso omiso a la chica que antes trataba, me dijo:

Chocolate ⏩ J. JungKook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora