Capitulo 4

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No había podido dormir lo suficiente como para sentirme bien, aun sentía los parpados cansados, y aunque el ojiverde no me había molestado después que desapareció de la cocina, no podía encontrar ninguna paz aquí dentro.

Me restregué los ojos y me levante, tenía que darme un baño, tome la toalla y camine al cuarto de baño, cerré la puerta detrás de mí y empecé a quitar mi ropa.

––¿Qué estaría haciendo Niall en estos momentos?––, quería saberlo, necesitaba hacerlo, me metí debajo de la ducha sintiendo como el agua cubría poco a poco mi cuerpo, necesitaba a Niall, pero no quería ponerme a llorar porque sabía que sería estúpido.

No sabía cuántas veces había pensado escapar de aquí, pero sabía que no iba a darme resultados, estaba demasiado lejos de cada y tardaría muchas horas en llegar,––las horas necesarias para que volvieran a atraparme––.

Tome el jabón y empecé a limpiar cada zona de mi cuerpo, el olor a menta de aquella paste me hizo fruncir el ceño, enrolle la toalla en mi cuerpo y salí a la habitación, esperando que el ojiverde diera señales de vida y me explicara de una maldita vez que hacia yo aquí.

Tome mi maleta y la puse sobre la cama para buscar algo de ropa, sentí como un aire frio me golpeaba las piernas mojadas y como la toalla se movía, di media vuelta y me encontré con el ojiverde mirándome fijamente, como si la vida se le fuera en ello, pero no miraba mis piernas, tampoco mi trasero y podía jurar que ignoraba que estuviera semidesnuda delante de él.

––A desayunar, ahora––ordeno, asentí sintiéndome totalmente incomoda, me maldije internamente y me hice sonar la garganta, al darme cuenta que no le había respondido.

––Entiendo––hable, el cerro la puerta como si esperara que yo respondiera y eso era en realidad lo que estaba haciendo, después de unos segundos mirando la puerta como tonta, me asegure de que no iba a volver a aparecer, me seque rápido las pequeñas gotas de agua que había en mi cuerpo y me puse como un rayo la ropa interior, no sabía que iba a hacer aquí, porque nadie me lo había dicho, pero estaba segura que no sería absolutamente nada.

––Vamos a salir––solté un grito de sorpresa al escuchar su voz, me di vuelta nerviosa, con las mejillas acaloradas y más incómoda que la última vez, el frunció el ceño––no grites.

––Lo siento––hable, el camino hacia mí con firmeza, como si fuera hacer algo, pero solo me aparto y empezó a buscar en mi maleta, me tape el cuerpo con las manos––algo estúpido por que seguía estando desnuda a pesar––.

––¿Esta es toda la ropa que tienes?––me pregunto, fruncí el ceño, queriendo entender en que tono había preguntado aquello, ¡claro que era toda mi ropa!, toda la que él me permitió traer––no tardes tanto en responderme, joder––dijo calmado, pero ya estaba molesto, había cruzado las cejas y apretado los labios.

––Si, es toda la ropa que tengo aquí––hable, sintiéndome más nerviosa de lo habitual, estaba desnuda y el frio que entraba por la puerta me estaba congelando las piernas.

Sus manos empezaron a buscar entre mi ropa, saco unas zapatillas de gladiador marrones, una falda de flores por encima de las rodillas y una blusa holgada blanco colonial, volví a fruncir el ceño, ¿se suponía que él iba a vestirme de ahora en adelante?

––no me gusta esa ropa––bufo, como si estuviera irritado por que me vistiera tan infantil, quise rodar los ojos, pero no me sentía con el valor suficiente de hacerle algo que lo molestara y lo hiciera enojar otra vez––¿Por qué no tienen encaje?––tomo entre sus manos uno de mis sostenes como si fuera un juguete, mis mejillas se tiñeron de rojo en seguida, el rodo los ojos.

Strange | h.s | Terminada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora