Capítulo 21: Celebración.

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Salgo de la cabaña cerrado con cuidado la puerta tras de mi.

Al finalizar el maldito captura a la bandera, el típico chico adicto a las fiestas gritó "Vamos a celebrarlo"

Y pues eso, a celebrarlo se ha dicho. Los de la cabaña de Afrodita se han encargado de convertir el comedor en una preciosa carpa para el baile, con pista incluida. Me he ido a mí cabaña para cambiarme, pero desgraciadamente Piper me a alcanzado antes de que cruzase el umbral de la puerta.

"Toma, ponte esto" me ha dicho entregándome una delicada bolsa de satén negra.

Dentro había unos tacones altísimos - preciosos pero altísimos - negros con unas finas tiras que se enrollan alrededor del tobillo. Un vestido negro con escote en forma de corazón y la espada al aire terminada en V, continuando la forma del corazón, me llega por encima de la mitad de los muslos cayendo suelto.

Y pues nada, me lo he tenido que poner a regañadientes, maldiciendola cuando me ha recogido el pelo en un peinado jodidamente precioso y me ha pintado los ojos haciendo que el verde intenso de esos sea mucho mas visible.

"Preciosa", eso es lo que me ha dicho Piper, y lo que repito mentalmente mientras ando con paso dubitativo hacia la gran fiesta.

Paseo mi vista por entre las caras conocidas de los campistas buscando con la mirada a Nico, quien obviamente no esta aquí haciendo acto de presencia.

Veo a Percy y Annabeth enrolladose en una esquina del comedor y sonrío tontamente, esos dos...

Una mano se posa sobre mi hombro y me gira hacia si.

- ¿Bailas? - pregunta James con una sonrisa ladeada.

- No - digo negando con la cabeza - soy pésima.

- Seguro que no eres tan mala - dice sonriendo.

Lleva una camisa abierta sobre otra camiseta y unos vaqueros. ¿Porque las chicas no podemos ir con vaqueros y estar elegantes?

- Si - afirmo segura - soy terriblemente horrible.

- Eso sera porque no tienes la pareja adecuada - dice - ¿Bailas? - hace una ridícula reverencia y yo me río.

- No te vas a dar por vencido, eh - digo aceptando la mano que me tiende.

Esboza una sonrisa lobuna y me revuelve el pelo.

Se pone en la pista de baile y me agarra de las caderas para enseñar a bailar.

- Ya te lo dije, imposible - le reprocho una vez hemos salido del bullicio de gente.

- Es que no has puesto de tu parte - se queja el con un puchero.

- Ya, esque... no se... ¿tal vez porque no quería bailar? - digo mirándole.

- Pfff - dice pasándose repetidas veces la mano por su cabello rubio, dejándolo despeinado de una manera malditamente sexy - eres mas terca que una mula.

- Ohhh - digo finjiendo estar emocionada - gracias.

- Ehh - se queja pegando su cuerpo al mío - no te rías de mi pequeño monstruito.

- ¿Ahora soy un monstruo? - digo sin poder evitar soltar una carcajada.

- Si - dice sonriéndome con ternura - por el día eres una princesa, y por la noche un monstruito.

El hijo de la muerte (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora