—¿De verdad? —inquirió sorprendido.

—Sí —sonrió —No te lo había dicho pero ahora voy seguido a la casa de Lola a darle clases de piano —le guiñó un ojo —Empezamos justo ayer... hoy tengo que ir de nuevo. Así que si quieres que le lleve algo, apúrate.

Salió de la cocina hecho una flecha. Ambos amigos rieron y soltaron un suspiro. Les encantaba hacer de cupidos. Siendo más jóvenes, se encargaban de juntar parejas en la preparatoria y siempre todo salía bien.

Kat volvió a tomar un poco de su té y miró la hora en el reloj. Casi se ahoga al ver que se le había hecho hiper tarde.

—¿Qué pasó? —preguntó Matt.

—Se me hizo tarde... tengo que irme ya hacia lo de los Montoya —se puso de pie y acomodó un poco el lío que había quedado —Dile a Niall que mañana le llevaré la carta a Lola. Ahora no tengo nada de tiempo.

—¿No quieres que te acompañe? —le preguntó él.

Katle dedicó una tierna sonrisa.

—No, cariño. Puedes ir a darte ese baño de sales que tanto quieres.

—Odio que me conozcas tanto —aseguró él, feliz.

Ella tomó sus cosas y salió por la puerta de la cocina. Susurrando una vieja canción de cuna llegó hasta las caballerizas. Ingresó y divisó a su caballo blanco.

—White —lo llamó. Al instante el animal se giró a verla y se acercó a ella. Con una gran sonrisa Katie lo acarició y besó su hocico —¿Vamos a casa de Estrella? —él relinchó contento. Ella rió —Vamos a ver al bonito de Apolo, cada día se parece más a ti.

Se subió a él y le dio la indicación para empezar a galopar. La tarde estaba perfecta para salir a montar. No hacía ni frío, ni calor. Pero un par de nubes se asomaban por el oeste.

'Tormenta' —pensó ella.

Si había algo que ella siempre había odiado eran las tormentas. Le daban miedo. Era raro de explicar. Pero un miedo que le nacía en lo más profundo de su alma. Y cuando era niña las sufría constantemente, ya que en el campo eran bastante comunes.

Pero siempre había estado él para cuidarla. Harry había sido su súper héroe enmascarado, sin mascara claro. Siempre le hacía ver todo del lado bueno, y se quedaba a su lado hasta que los infernales truenos y relámpagos terminaran.

Sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas. Si tan solo él la escuchara, podrían volver a esa infancia feliz sin ningún problema. Pero Harry Styles estaba empecinado en no hablarle. ¡Maldito testarudo! Había algo en él que ella quería alcanzar. No sabía qué. Miró su mano y vio el pequeño anillo que él le había regalado el día de su cumpleaños número 12, antes de que se marchara. Sí, aún lo tenía. Guardado claro, pero lo tenía. Y hoy a la mañana lo había buscado en su joyero y allí estaba. Ya no le entraba en su dedo medio, pero si en el índice. Tal vez si ella le mostraba que también tenía guardado el regalo de él, la perdonaría de una vez por todas.

Se detuvo justo frente al establo de los Montoya. Allí estaban Estrella y el pequeño Apolo. Al instante White se acercó a ellos.

—Te dejo con tu familia, White. Vendré por ti en dos horas —le dijo.

Giró con intención de dirigirse a la casa, pero se sobresaltó ante la repentina aparición de un hombre allí. Lo miró bien hasta reconocerlo.

—Hola, Katie—sonrió soberbiamente.

Ella se tensó. Jamás le había gustado tratar con él o con su hermano. Y al parecer las cosas no habían cambiado porque ahora tampoco le gustaba.

White Horse (Harry Styles)Where stories live. Discover now