Mi Vecino Park {Baekhyun & Chanyeol}

Verdades y Mentiras

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Mientras caminaba hacia la cocina, el escandaloso ruido de la licuadora terminó por quitar cualquier signo de sueño y despertarlo. Debería ser ilegal estar de pie a las siete treinta de la mañana en domingo, pero su reloj biológico ya estaba más que ajustado.

Tenía poco más de una semana viviendo con su abuelo y ya estaba acostumbrado a su estilo de vida. El anciano siempre era el primero en levantarse, no sabía exactamente a qué hora lo hacía, pero siempre tomaba una ducha y después leía el periódico un rato. Cuando sentía que Chanyeol se iba a levantar pronto, calculaba el tiempo suficiente para poder hacer el desayuno. Así para cuando él bajaba al comedor, no tenía que esperar nada para comer.

El día de hoy no fue diferente a otros. La mesa en la cocina estaba servida con dos platos llenos de panqueques, fruta picada y dos vasos para el licuado que acababa de terminar de hacer.

Sirvió el líquido cuidadosamente en cada uno para finalizar.

—Justo a tiempo, nieto mío. Ya está listo todo.

—Nadie vive a esta hora en domingo —dijo con voz soñolienta.

—Bah, tonterías, vivo yo y vives tú, suficiente para comer estos deliciosos panqueques —ambos tomaron asiento y comenzaron a devorar el desayuno.

Nadie dijo nada los primeros minutos en los que degustaban su comida, pero cuando llevaban como la mitad de su plato, Jinyoung habló primero:

—Me hacen falta unos ingredientes para las galletas de Baekkie, ¿quieres acompañarme al mercado? —dijo con la boca llena de fruta.

—¿Qué galletas? —respondió con otra pregunta.

—Baekkie no ha venido a visitar desde hace varios días, iré a ver si todo está bien. Le llevaré sus galletas favoritas.

Era cierto, había visto a Baekhyun solo un par de veces desde que había venido a vivir aquí. Según su abuelo venía casi a diario, pero no veía cuál era el problema exactamente, tan solo habían pasado unos días desde su última visita.

—¿Por qué te preocupa tanto?, solo es el vecino —no era su intención de que sonara a reproche pero lo hizo.

—Chanyeol, ¿qué tal si algo le pasó?, ¿o si está enfermo?

Ya se había acostumbrado al Chanyeollie o al nieto mío, que su nombre sin diminutivo sonó raro y vacío.

—Su madre no es buena con él —continúo el abuelo—. Pero ese es otro tema, solo necesito saber que está bien, ¿me acompañarás, entonces?

Chanyeol solo asintió con la cabeza, no sabía qué más decir.

No hubo ninguna otra conversación por el resto del desayuno. Entre los dos levantaron los platos de la mesa y dejaron la cocina en orden, de nuevo.

Ya con la barriga llena gracias a la exquisita comida, Chanyeol estaba de mejor humor. Se quitó las pijamas y se cambió con la ropa limpia que vio primero, su cabello rebelde no se aplacaba por más agua que le echó, así que dándose por vencido se puso una gorra negra encima. Una vez listo, bajó las escaleras y junto a su abuelo, subió al auto añejo.

Pudieron haber ido caminando al mercado, no quedaba demasiado lejos, pero no querían cargar las bolsas de regreso, además, en auto estarían más pronto de vuelta para empezar con la preparación de la masa de las galletas.

Chanyeol en su vida había intentado cocinar, pero el anciano estaba muy insistente en hacerlo participar, no quería ser grosero y decirle que no, odiaba que tuviera un corazón tan débil y dijera que sí a todo. Tenía que trabajar en ese aspecto.