Se celebró una gran fiesta después de la última ceremonia religiosa, aunque no inmediatamente después, todos los nobles se excusaron para ir un momento a sus residencias de la capital para adecentarse un poco. Lo que significaba colocarse sus pelucas.
-¿Por qué tú tienes pelo en la cabeza?-le preguntó Sarah a Senusnet-Casi todos los nobles egipcios van rapados.
-Oh... Es que no me gusta la sensación de la piel desnuda contra la peluca-dijo con una sonrisa- Solo unas horas más y volveremos a estar solos- la sujetó de la cintura y la atrajo contra su cuerpo cálido.
Amenophis, que se había pasado las tres horas de la ceremonia callado y tranquilo, eligió ese momento para empezar a llorar de manera ruidosa. El pobre se había asustado ante la proximidad del cuerpo de su padre y el brusco movimiento.
Sarah se apartó un poco de Senusnet para calmarlo mientras él miraba al bebé fijamente. El niño se calmó rápidamente y miró a su padre con mala cara desde el cálido abrazo de su madre.
-Lo dije antes y lo repito ahora, no le caigo bien a nuestro hijo-dijo Senusnet mientras Sarah le sonreía de manera algo forzada- Ve que soy una amenaza para su control sobre ti. Entérate, yo estaba aquí primero, me pertenecía a mí antes-dijo señalando con el dedo al bebé, demasiado cerca. Amenophis agarró el dedo con sus encías e intentó apretar con sus débiles mandíbulas. Por suerte, rápido de reflejos, Senusnet quitó la mano rápidamente.
-¿Quieres hablar de no caerle bien a alguien?-dijo Sarah entre dientes- Los parientes de tu difunta esposa me odian.
-Es normal, después de lo que pasó con ella me ofrecieron a varias de sus hijas más jóvenes como concubinas en compensación. Todas se parecían a ella, así que las rechacé. Para ellos tú has conseguido algo que ellos no-dijo Senusnet.
-¿Por qué nadie menciona nunca el nombre de tu primera esposa?-dijo Sarah-Cada vez que oigo algo de ella no escucho su nombre.
Senusnet la miró de tal manera que a ella se le heló la sangre y le hizo darse cuenta del poder del hombre que tenía delante. Normalmente se mostraba tan dulce y atento con ella que casi llegaba a olvidar quien era, el faraón de Egipto. Un hombre dotado de un poder inmenso.
-Prohibí que se usase su nombre mientras yo siguiese vivo, la borré de los libros de su familia y su nombre se tachó de los documentos reales- se rió- Ni siquiera dejé que le construyesen una tumba como es debido, ellos me odian más de lo que odian a nadie más. Estoy seguro de que son los que más desean que mi cabeza ruede por el suelo, pero nunca lo conseguirán. Antes que eso sus propias cabezas rodarán y me cubriré con su sangre.
Sarah se estremeció.
Al cabo de dos horas de la fiesta la gente ya estaba más que contenta, estaban a dos pasos de estar como cubas. Y algunos no necesitaban ni eso, ya estaban completamente borrachos. Sarah vio como muchos estaban durmiendo la mona y otros estaban riéndose a carcajadas y cantando incluso una canción a coro. Solo un puñado de personas continuaban sobrias, entre las que se encontraba ella misma.
-¿Tú no bebes?-dijo Senusnet ofreciéndole una copa de vino.
-No, es una costumbre de mi gente que si das el pecho no puedes beber alcohol-dijo Sarah recordando una revista médica que había leído cuando era una adolescente- ¿Y por qué no bebes tú?
-Ya tuve bastante de eso cuando era joven y alocado-dijo suspirando.
-No digas eso, sigues siendo joven-dijo Sarah con una sonrisa. Luego puso una cara de preocupación y miró hacia la puerta antes de levantarse.
-Quédate sentada, nuestro hijo está con tus cuatro sirvientas y doce guardias. No tienes por qué ir a verle cada cinco minutos-dijo Senusnet rápidamente- Relájate y disfruta.
-Me siento extraña teniéndole lejos de mó-gimoteó Sarah- Es la primera vez desde que nació, siempre podía verle.
Senusnet le puso la mano en el hombro y la sonrió cálidamente.
-Faraón.
Se giraron y miraron al hombre que estaba de pie frente a ellos. Era el padre de la primera esposa de Senusnet. Las tres hijas que habían venido con él estaban a su espalda y miraban a Sarah con desprecio mientras tenían sonrisitas de superioridad, como si fuesen mejores que ella.
-Ya que habéis decidido tomar concubinas, me gustaría ofrecerle a mis tres hijas-dijo mientras las señalaba, como si fuese un camarero ofreciendo los mejores platos.
-Ya decliné esa oferta en una ocasión y la vuelvo a declinar ahora-dijo Senusnet con un tono increíblemente aburrido-Si le digo la verdad, sus hijas no me atraen en absoluto, y ya se vio con su otra hija lo que estas harán si no se las vigila constantemente.
El salón quedó en silencio por completo. Sarah sabía que eso era un claro insulto para esa familia. El hombre tenía la posición más baja de la habitación, pero seguía siendo un miembro de la alta nobleza. Insultarle podía resultar peligroso aunque ahora fuese un marginado.
-Mis hijas tienen belleza, nobleza y un linaje impecable-dijo el hombre entre dientes-Y las desprecia mientras que favorece a esa mujer de la calle, que no pertenece a ninguna familia con un mínimo de prestigio y premia a su hijo con una posición que no debería tener.
Senusnet se levantó y les hizo un gesto a dos guardias para que se preparasen para cumplir sus órdenes. Sarah retrocedió un poco apartándose de él. Ahora mismo ella no debía de estar cerca de él. Demasiado peligro.
-Esa mujer que usted dice que pertenece a la calle tiene la protección de un Dios, es una mujer muy estudiosa que lee nuestro idioma perfectamente y conoce un montón de campos que pueden ser útiles para nosotros. He decidido convertirla en mi reina, y por tanto no toleraré más insultos contra ella.
Sarah sintió que se iba a desmayar. Reina. Su vista se emborronó y sacudió ligeramente la cabeza. Eso era... inesperado. Sintió un potente mareo envolverla.
-Mañana haré el anuncio oficial...-continuó diciendo.
-¡Maldita...!-gritó el hombre corriendo hacia ella.
Sarah alzó la mano, y antes de que el hombre pudiese desenfundar su espada, mientras Senusnet y los guardias corrían a socorrerla, concentró el poder de la diosa en la punta de los dedos para rozarle ligeramente antes de que la hiriese. El tiempo pareció ir más lento durante un segundo.
La fiesta se celebraba en una terraza abierta que daba al Nilo, el hombre despareció de delante de Sarah y lo siguiente que se oyó fue un gran chapuzón en el agua. La gente miró en esa dirección y le vieron salir del agua escupiendo y moviendo sus brazos de manera desesperada. Sarah le contempló y sintió las miradas sobre ella. En ese momento Anippe dijo en voz alta.
-Ah, ¿esos no son los poderes de la diosa a la cual servías como sacerdotisa? La que te dio su bendición- Ya habían pensado en hacer públicos los poderes de Sarah de alguna manera, ahora solo debían aprovechar su instinto.
La gente las miraba alternativamente.
-Si, pero es la primera vez que esto pasa-mintió Sarah.
-Tu diosa te ha protegido del peligro, yo he visto cómo su protección se intensificaba a tu alrededor-dijo Anippe en voz alta mientras los borrachos empezaban a vitorear y Senusnet la sacaba rápidamente de la habitación.
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La novia del faraón [Terminada]
RomanceUn libro que escribi hace años para un concurso -------------------------------- Sarah Grey tiene un trabajo aburrido, un padre que la odia, un piso en alquiler en una zona peligrosa y está sola en el mundo. Pero eso cambia cuando una caprichosa dio...