Capitulo 12

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Sarah se removió incómoda en la silla y esquivó las miradas cómplices de Sefora y Asenath. Sentía una gran vergüenza por que las dos mujeres sabían qué había pasado aquella noche en la privacidad del dormitorio. Deseó maldecir a Senusnet en voz alta por su obvia falta de pudor, aunque eso le encantaba de vez en cuando. Cuando habían entrado a vestirla esa mañana habían visto todas las marcas que él había dejado sobre su cuerpo. Mordiscos, chupetones, marcas de ligaduras,... Senusnet se había divertido cubriendo su cuerpo de marcas fáciles de ver.

Pero la guinda del pastel había sido, sin lugar a dudas, ver a Senusnet pasearse con los arañazos y mordiscos que ella le hizo la noche anterior. Ella no recordaba habérselos hecho, no había sido consciente de ello. Pero recordaba clavar sus dientes varias veces en la piel de Senusnet e intentar aferrarse a él con sus uñas. Ni siquiera había intentado taparlos o cubrirlos con una tela.

Iba por el palacio luciéndolos con orgullo y un poco de exhibicionismo. Y una vena de mala leche para provocar a Sarah.

Sarah cortó otro hilo y miró la flor que había estado bordando, era preciosa. Pura y limpia. Como las que crecían en el jardín de su abuela. De un hermoso tono rojo que resaltaba sobre el azul de la tela. Sintió que sus ojos se nublaban por las lágrimas de tristeza, ella nunca volvería a ver esas flores.

-¿Se encuentra bien?-dijo Asenath al verla bostezar para intentar disimular las lagrimas.

-Si, solo es falta de sueño-dijo ella sonrojándose al darse cuenta de lo que su excusa dejaba entender.

-¿Está segura de que está bien que usted y el faraón estén tan activos?-dijo mirándola con preocupación. Sarah no comprendió eso, ella y el faraón mantenían una relación física bastante estable.

-¿Por qué lo dices?-dijo ella con extrañeza.

-¿No tendría que haberle llegado ya el mes?

Sarah empezó a hacer cuentas mentalmente, inmediatamente preocupada por lo que daba a entender Asenath. Por suerte siempre había sido muy puntual con eso y estaba coordinada con el ciclo lunar.

-¿Cuánto falta para la siguiente luna nueva?-dijo cuando un pequeño escalofrío la recorrió.

-Cuatro días-dijo Sefora.

-Entonces faltan dos para que me llegue el mes-dijo ella suspirando. Se le había olvidado el tema de la falta de control de la natalidad que había en esa época completamente. Se imaginó a un lindo bebé de pelo y ojos negros. La imagen le gustó, pero se sintió algo avergonzada por eso. Ella era demasiado joven como para pensar en esas cosas, al menos en su mundo- No me había parado a pensar en que podría tener un hijo.

-¿Su madre no le habló sobre eso?-dijo Asenath con un gesto de asombro, en esa época tener un hijo era el culmen de la feminidad y todas las mujeres eran instruidas por sus madres en esos menesteres.

-La verdad es que sí lo hizo, pero hace mucho tiempo de eso. Y he estado muy preocupada últimamente como para pensar en esas cosas-dijo, pensando en la charla que le dio su madre cuando tenía catorce años con un pepino y varios condones, sentadas las dos en la mesa de la cocina. Fue uno de los momentos más humillantes de toda su vida, agravado por su abuela que se unió a la fiesta junto con su abuelo. Su madre estaba completamente en contra de las píldoras del día después por que decía que eran abortivas y sus padres respetaron su decisión de no enseñarle sobre ellas a Sarah.

-El hijo del faraón y usted será hermoso, eso seguro-dijo Sefora, con una expresión soñadora- Y así cumplirá con su obligación como concubina.

-¿Qué?-al ver la cara de las otras dos mujeres añadió-Recuerden que en mi país nada de esto existe.

-A cambio de protección y un techo las concubinas le entregan sus hijos a su señor para aumentar el poder de la familia. Las niñas forjan alianzas y los niños son sacerdotes o entran al ejército.

La novia del faraón [Terminada]Where stories live. Discover now